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La amarga, dolorosa y triste espera de David Flores JR ante el pasotismo de Rocío Carrasco

Nadie entiende lo que le está sucediendo. Ni siquiera el clan de las Campos con las que siempre ha mantenido una relación casi familiar y que ahora, me cuentan, está en barbecho. O tal parece, según lo que explican cuando creen que nadie les escucha. Es evidente que lo de Rocío Carrasco es un asunto difícil de abordar.

Más de un año sin verse y en su encuentro en los juzgados no se ha acercado a besar a su único hijo varón.









Gloria Camila y sus sobrinos, Rocío y David

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Y más si cabe después de hacerse público que sus dos hijos han denunciado, en boca del siempre generoso Antonio David Flores, que la convivencia con su madre -y con Fidel Albiac– era una auténtica locura. Un total desorden en el que nadie parecía ocupar el lugar que le correspondía. Una absoluta tragedia que no se hace extensible al resto de la familia Jurado.  Nadie quiere saber nada de esta Rocío Carrasco que parece una caricatura de la del pasado. 

Me explican que el pequeño David sí echa de menos la presencia materna. Las noches siguen siendo especialmente duras. Sobre todo porque no entiende el motivo por el que su madre ha muerto en vida. No recibe ninguna comunicación telefónica y ni siquiera se preocupa de sus incuestionables problemas de salud. Las mismas voces me advierten que David está deseando escuchar a su madre, templar un ambiente demasiado agitado y hacerle entender que su decisión -la de marcharse de casa- es la más apropiada en tiempos tan convulsos. Pero esa llamada no llega. Ni siquiera ante las sugerencias de quienes, conociendo la gravedad del caso, le han hecho en reiteradas ocasiones. Rocío calla. Y todos estos datos se hicieron una absoluta realidad el pasado lunes cuando madre e hijo se encontraron en los juzgados de Alcobendas y ella no se acercó a darle un beso.