Genoveva Casanova y José María Michavila han vuelto. Se han reconociliado. Han dejado atrás la etapa de cortejo y reflexión para iniciar, de nuevo, una relación marcada por la pasión y la complicidad. A pesar de que la suya ha sido una relación de ida y vuelta en la que también ha habido episodios de tristeza y enfado, lo cierto es que ahora lucen de lo más enamorados. Fuentes de total solvencia me explican que han retomado los planes del pasado, que ya no esconden que lo suyo es amor del verdadero y que ni siquiera sus diferencias ni el paso del tiempo han conseguido ahogar sus sentimientos reales.
Lo comunicaron a sus más cercanos hace unos días en conversaciones telefónicas intermitentes. La pareja insiste en que, después de una fuerte y larga crisis, el compromiso de amarse hasta la eternidad sigue vigente. Michavila ha conseguido reconquistar a Genoveva con buenas palabras pero, sobre todo, con buenos actos. Me aseguran que ha aceptado las pretensiones eclesiásticas de la mexicana, por lo que es más que probable que en 2017 se conviertan en marido y mujer. Será, sin duda alguna, una boda muy esperada que llegará con polémica. Genoveva tiene el convencimiento de solicitar la nulidad matrimonial del padre de sus dos hijos porque considera que el hombre de su vida es José María: «a pesar de lo que han podido discutir, enfadarse y separarse, ella bebe los vientos por él. Sus gestos, sus formas, la verdad es que es un auténtico seductor», me explica alguien muy cercano al ex político.
¿Lo confirmarán pronto?
De lo que no estoy tan seguro es si habrá pronta confirmación de la recuperación de su amor perdido. Tal vez veamos a Genoveva explicando con minuciosidad los motivos por los que finalmente ha decicido darle una segunda oportunidad. Será un buen momento para, además, preguntarle por la relación que en estos momentos mantiene con la familia de la Duquesa de Alba, cada vez más tirante y desapegada. Quizás no entienden sus pretensiones de anular el amor que le unió a Cayetano Martínez de Irujo. Lo único cierto es que ahora, por fin, Genoveva es una mujer feliz. Y eso es lo único importante.
