La familia real española tiene muchos rincones oscuros en los que hace muy poco ha entrado la luz. Durante años, el rey Juan Carlos ha estado protegido por un pacto no escrito mediante el cual la prensa no informaba de aspectos relativos a su vida privada. Eso se acabó tras lo sucedido en Botswana. ¿Qué secretos esconde el reinado de don Juan Carlos? ¿Por qué infanta Cristina teme a doña Letizia? Te lo contamos.
Los deslices de Juan Carlos
La fama de mujeriego de don Juan Carlos ha traspasado fronteras. En este sentido, el rey emérito se ha comportado como soltero estando casado. Una de las mujeres con más peso en su vida ha sido Marta Gayá. Atractiva y bien posicionada, la dama, a quien algunos señalan como decoradora y representantes de firmas de alta gama, es la sombra del rey. A ella recurre en los momentos más complicados de su vida.
Por Marta, don Juan Carlos ha abandonado sus deberes institucionales. En cierta ocasión, el gobierno de Felipe González quedó atascado por no estar el monarca localizable para firmar un decreto. Posteriormente, se supo que el rey estaba acompañando en Suiza a su querida amiga, convaleciente de una operación de cirugía estética.
Una amistad inquebrantable
Los íntimos de don Juan Carlos, como Antonio Bouza, señalan que Marta es una mujer que jamás ha hecho gala de su amistad con el rey emérito ni tampoco se ha beneficiado de la misma. Además, apostillan que nunca se ha interpuesto entre el soberano y doña Sofía. Sin embargo, este punto se contradice con las ocasiones en que don Juan Carlos ha hecho feos a su esposa para destacar a Gayá.
Ocurrió en varias ocasiones en el club náutico de Palma que el rey emérito hizo esperar a todos los comensales para comer hasta que llegó Marta. Doña Sofía tuvo que aguantar la humillación con la mejor de las sonrisas. La existencia de Marta es conocida por los hijos de don Juan Carlos y hasta aceptada. De otro modo no se entiende que don Felipe aceptara coincidir con Gayá en la boda de su ahijada, Martina Jaúdenes, el año pasado.
Doña Sofía también llora
Doña Sofía ha llegado a necesitar asistencia psicológica por culpa de las relaciones extramatrimoniales de su marido. Este punto fue confirmado por Antonio Bouza, quien recomendó al rey emérito que tratara con amabilidad a la reina dado que tanta exposición le provocaba un gran sufrimiento. El problema es que doña Sofía se casó enamorada y el rey emérito lo hizo por conveniencia. Sobre esta cuestión, Franco le insistió mucho creyendo que así centraría su intimidad en una sola mujer.
Los primeros años de matrimonio, doña Sofía era ajena a los escarceos de su marido. Hasta que un día quiso darle una sorpresa y la sorprendida fue ella. El rey le había dicho que se iba con unos amigos a cazar y cuando llegó a la casa donde se hospedaba el grupo, alguien intentó barrarle el paso. Descubrió a su marido con una amante y salió de allí envuelta en lágrimas y con la decisión firme de separarse. Cogió a sus hijos y puso rumbo a La India para reunirse con su madre, la reina Federica, y su hermana, la princesa Irene.
La espantá
La reina emérita quería iniciar una nueva vida con sus hijos. Era su deseo, pero su madre, la reina Federica, le hizo ver la realidad. Le habló de la vida que le esperaba como divorciada y sin fortuna propia. Se vería condenada a viajar de país en país viviendo de la caridad de amigos y familiares. El panorama era desolador. Al final, claudicó y regresó a Madrid, aunque ya con la inocencia perdida.
La espantá de la reina emérita volvería a repetirse en mayo de 1991. Doña Sofía, cansada de aguantar se fue con su prima Tatiana Radziwill a Bolivia. El viaje se disfrazó como una visita anteriormente pactada pero la realidad era que doña Sofía ya no podía más. En aquellos días, a don Juan Carlos lo relacionaron con una cantante y con una vedette. Aquí hubo algunos problemas porque el soberano las simultaneó y una de ellas montó en cólera.
Esto es espectáculo
En 1994, el rey emérito se cansó de Bárbara Rey y le dijo que la relación se había terminado. La vedette no se lo tomó bien. Al parecer, insistió en que retomaran lo suyo, al punto que don Juan Carlos se vio obligado a cambiar de número de teléfono. Debió pensar la vedette que la aventura con el soberano iba a garantizarle una vida sin preocupaciones económicas. Sea como fuere, el caso es que la Rey transmitió a quien correspondía que tenía un gran material privado donde se veía al soberano en la intimidad.
Lo más escandaloso de este asunto es que Bárbara había llenado su casa de cámaras y micrófonos para registrar sus encuentros con don Juan Carlos. Lo tenía grabado en la cama y, lo que es peor, explayándose a gusto sobre doña Sofía y la pesada carga que significaba este matrimonio para él. El asunto se desactivó durante un tiempo gracias a que a la murciana le dieron un programa de televisión, Esto es espectáculo, y también un sueldo mensual, que recibió durante al menos un año, consistente en un millón de las antiguas pesetas.
El trabajo sucio
El rey emérito no tuvo piedad con quien fuera Secretario de la Casa de su Majestad el Rey de España. Cuando supo que Sabino Fernández Campo había perdido a un hijo, ni él ni doña Sofía acudieron al entierro. Sin duda, un comportamiento reprobable dados los servicios que Sabino le hizo al rey. A él correspondía tratar con la prensa para que no se publicaran las correrías de don Juan Carlos. También se encargaba de guardar bajo siete llaves las informaciones comprometedoras. En una palabra, blindó al soberano para que nada le salpicara.
Sabino fue vital para neutralizar a Ruiz Mateos cuando aseguró, tras la expropiación de Rumasa, que había entregado 1.000 millones de pesetas al rey. Al parecer, existía recibo de la transacción económica. También se encargó de neutralizar a una de las amigas de don Juan Carlos en su juventud, Olghina de Robiland, que aseguró que el soberano era el padre de su única hija, Paola. Fernández Campo se encargó de adquirir el paquete de cartas que atestiguaban esta relación para echarlo al fuego. El ejemplo de Sabina confirma el dicho de que los Borbones no son en exceso agradecidos.
Las drogas
Siempre se ha dicho que la reina Sofía ha sido muy respetuosa en cuanto a las decisiones sentimentales de sus hijos. Sin embargo, el interrogante se cierne sobre su cabeza en relación a Isabel Sartorius, con quien se relacionó a don Felipe en su juventud. El bloqueo al noviazgo se llevó a cabo vía filtración que se materializó con la publicación de un artículo titulado “Drogas, la razón por la que Isabel Sartorius nunca será reina de España”.
Según explicaba el autor de la crónica, José Ayala, la reina Sofía se negó a la relación de su hijo con Isabel Sartorius cuando supo que uno de sus hermanos fue detenido en Argentina por consumo de cocaína y que Isabel Zorrazquín, madre de Isabel, fue investigada en relación al narcotráfico por el juez Carlos Bueren. En sus memorias, Isabel negó que tal cosa fuera cierta y que la reina emérita siempre la trató muy bien.
El pronto de los Borbones
Mucho se habla del carácter de doña Letizia y muy poco sobre el del rey emérito y la infanta Elena. Padre e hija tienen fuertes explosiones de personalidad en las que mejor ponerse a salvo. Las amigas de Elena explicaron en un reportaje para Vanity Fair que la hija mayor de los reyes eméritos cargaba con una pesada cruz: “A Elena la han vapuleado desde la infancia con el rumor de que tenía graves problemas de aprendizaje. Y es muy injusto. Fue la primera que trabajó fuera de la Corona, la primera en tener cargos ejecutivos y no honoríficos”.
Sobre Elena de Borbón existe un manto de silencio acerca de sus problemas de aprendizaje. Según algunos, desde que era una niña recibe terapia por parte de una prestigiosa psicóloga. La misma estaría destinada a domar ciertos aspectos de su carácter, como el de su fuerte temperamento.
Cristina teme a Letizia
Que las relaciones de doña Letizia con su familia política son prácticamente inexistentes es algo que se supo hace años. Daba la sensación de que sus formas no gustaban ni a sus suegros ni a sus cuñadas, y que ahí quedaba la cosa. Sin embargo, parece que Elena y Cristina temen a la reina. Al punto de que hace unos años, cuando ya doña Letizia estaba bien asentada en Zarzuela, Cristina de Borbón quiso que su padre le entregara la herencia que le correspondía en vida.
La infanta estaba temerosa de que doña Letizia pudiera influenciar a su hermano y así salir ella perjudicada cuando el reparto se produjera. En esos días, los Urdangarín no habían sido apartados de la corte pero el ambiente estaba ya muy enrarecido. Don Juan Carlos, que no atravesaba su mejor momento a nivel de salud, dijo a su hija que estuviera tranquila, que todo estaba atado y bien atado.