Letizia no atraviesa su mejor momento. La vuelta a la rutina no está siendo como ella se hubiese imaginado. Después de sus vacaciones en Nueva York junto a sus hijas y de su comentada estancia en Palma de Mallorca durante el mes de agosto, toca volver a los compromisos profesionales.
Pero hay algo que enturbia su final de verano, y es el delicado estado de salud que atraviesa un familiar muy cercano a la reina. Te contamos todo a continuación.
La preocupación de Letizia por la salud de un familiar cercano

Está a punto de volver a su rutina particular y a retomar su agenda profesional. Pero Letizia tiene a alguien en su cabeza. Ese alguien es un familiar muy cercano, que, además, es muy especial para ella por muchos motivos. Para empezar, fue quién le contagió a la reina su pasión por el periodismo y la comunicación.
Cada vez que la monarca acude a Asturias, visita a esta persona. Lo cierto es que parece que las últimas veces que Letizia ha ido a su tierra, ha visto a esta persona un tanto desmejorada con respecto a meses anteriores. Según la revista Semana, parece que un miembro de la familia de la reina, que además siempre había presumido de una salud envidiable, está sufriendo algún que otro achaque. Esto tiene muy preocupada a la Princesa de Asturias.
Su abuela, Menchu Álvarez del Valle, es la «debilidad» de la reina

Ella es Menchu Álvarez del Valle. El pasado mes de enero cumplió ´90 años, y es la abuela por parte de padre de Letizia. Y es de la persona que nos referimos cuando decimos que es alguien «muy especial» para la reina. Dentro de las numerosas visitas que esta hace a su tierra, Asturias, siempre hay un hueco para ella en su apretada agenda. Ambas están muy unidas, y así lo hemos visto en algunas de sus apariciones públicas. De hecho, es muy probable que esta visite a su abuela aprovechando su compromiso profesional en el norte de España.
Según informa Semana, la monarca estaría muy preocupada por el estado de salud de Menchu, que ha ido empeorando con el paso de los años. Cuando se trata de personas mayores, las cosas son así. Es inevitable, pero también es duro para ella ver como, una de las personas más importantes para ella, sufre achaques y malestares propios de su edad. Pero, ¿qué enfermedad sufre su abuela querida?
Su abuelo, que fue uno de los pilares de su vida, murió por una afección pulmonar

Ya vivió algo similar hace más de trece años con José Luis Ortiz, su abuelo paterno, que falleció a los 82 años, víctima de una dolencia pulmonar. Esto fue un duro golpe para la Princesa de Asturias, que se refugió en su abuela Menchu para combatir el dolor.
Letizia siempre estuvo muy unida a sus abuelos paternos, con los que mantuvo una relación muy cercana durante sus primeros años de vida en Oviedo. Desde bien pequeña, acompañaba en numerosas ocasiones a su abuela en las emisoras radiofónicas donde ésta desarrollaba su labor profesional.
A las pocas semanas del anuncio del enlace entre ella y Felipe VI, los abuelos tuvieron ocasión de conocer al futuro rey, que se desplazó hasta Sardéu para acompañar a su prometida.
Ya vivió la muerte de cerca con la pérdida de su hermana Erika Ortiz

Han pasado más de once años ya desde que Erika Ortíz Rocasolano decidiese no seguir adelante con su vida y fue hallada muerta por su entonces pareja, el cámara de televisión Roberto García, en el piso que se compró la reina. Esas cuatro paredes presenciaron los primeros momentos de amor entre Letizia y Felipe, pero también vieron la cara más amarga con el trágico desenlace en la vida de la hermana pequeña de la reina.
Una muerte, la de Erika, de la que hoy en día la monarca se sigue culpando. Sigue creyendo que su relación con el entonces príncipe Felipe y su posterior boda supuso una exposición mediática sin precedentes para los Ortiz Rocasolano, y algo muy difícil de superar. Un drama familiar que ha marcado, y mucho, la vida de Letizia y de su hermana Thelma. Todo esto ha influido, y mucho, en que la reina sea tan estricta con su privacidad.
Su poco interés hacia la salud del rey Juan Carlos

Letizia siempre ha estado muy pendiente, como ya hemos mencionado anteriormente, de la salud de sus abuelos, especialmente de los paternos. Pero no ha sido el mismo su interés por su suegro y padre de su marido, el rey Juan Carlos.
Mismamente este verano, ha visitado Asturias en dos ocasiones con las niñas a visitar a su abuela Menchu. Por el contrario, a pesar del cada vez más delicado estado de salud del rey Juan Carlos, Letizia no muestra casi empatía hacia su suegro, y en la relación que sus dos hijas puedan tener con su abuelo.
Por todos en la Casa Real es bien sabido que la relación entre Juan Carlos I y Letizia no es demasiado estrecha, es más, podríamos decir que simplemente tienen una relación cordial más que familiar. Ni el monarca emérito traga a Letizia ni ella soporta a Juan Carlos, por lo que estamos ante el pez que se muerde la cola y que no la soltará jamás.
Y, entre tanto dolor, también debe sumar a sus enemigos. A esos que le siguen de cerca para resaltar sus malas decisiones, sus gestos equívocos o los errores de protocolo. Desde que se casara con don Felipe, la vida de doña Letizia ha estado marcada por los desencuentros. Algunos aseguran que su fuerte carácter tiene mucho que ver en esto. Sea como fuere, los ha tenido. Con la doña Sofía, con sus cuñadas, con periodistas y hasta con su propia familia. Los analizamos en profundidad.
El principio de fin

La relación de don Felipe con sus hermanas siempre ha sido excelente. Desde pequeños, los tres mantuvieron un estrechísimo contacto. Compartían habitación de juegos, hacían los deberes juntos y era uña y carne. Así lo quiso y fomentó doña Sofía, sabedora de que esos lazos siempre estarían ahí pasara lo que pasase. Para ella, el vínculo con sus hermanos, Irene y Constantino, ha sido vital en momentos difíciles.
Cuando don Felipe comentó a sus padres que había encontrado el amor, don Juan Carlos no estuvo de acuerdo. El hecho de que Letizia estuviera divorciada era algo que no agradó al monarca. Sabía que eso sería motivo de fuertes críticas a la Corona y que muchos ciudadanos no lo verían bien. Por su parte, la reina Sofía, aunque sabía que no era la candidata ideal, apoyó a su hijo.
Las infantas Elena y Cristina se pusieron de parte de su hermano. Ni lo dudaron. Para ellas, su felicidad estaba por encima de todo. Y más tras lo mucho que había sufrido al romper con Eva Sannum. En esa ocasión, la razón de Estado ganó al corazón. Sin embargo, con Letizia, don Felipe no estaba dispuesto a dejar que ocurriera lo mismo. Todo iba bien entre ellos hasta que ocurrió un hecho que marcó un antes y un después.
En julio de 2005 en Zarzuela se celebró el bautizo de Irene Urdangarín. Al parecer, los padres de Iñaki Urdangarín no tenían donde alojarse, algo debió ocurrir que provocó semejante situación, y la infanta Cristina pidió a don Felipe y doña Letizia si podían quedarse en su casa. Sin embargo, su cuñada respondió que no, que tenía muchas molestias debido al embarazo y que no estaba para huéspedes. Aquello fue el principio del fin. Los desencuentros continuaron hasta desembocar en un muro de incomunicación.
La madrastra

La separación de Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz no se produjo en buenos términos. El padre de la Reina abandonó a su mujer porque se había enamorado de Ana Togores. Esto hizo mella en sus hijas, que se posicionaron al lado de su madre. Aunque se le han adjudicado algunas historias sentimentales, quienes conocen a Paloma aseguran que no ha vuelto a encontrar el amor tras el divorcio.
Quien bien conoce el paño asegura que para doña Letizia, el divorcio de sus padres fue un trauma. Tanto que su primo, David Rocasolano, llegó a afirmar que cuando eso ocurrió, la entonces periodista lo puso en su lista negra. Jesús y Ana vivieron juntos hasta que se supo del noviazgo de la periodista con el príncipe. Entonces, se casaron en una ceremonia organizada apresuradamente.
A pesar de todo, Ana Togores no estuvo en la boda real. En un principio se dijo que sí. Sin embargo, doña Letizia, siempre según su primo, le comentó que no era adecuado. Alegó que menudo papelón se les venía encima y que a ver cómo sentaban a sus padres estando su madrastra por el medio.
Así como Paloma Rocasolano tiene gran importancia en la vida de la Reina, no ocurre lo mismo con su progenitor. De hecho, todo indica que se ven una vez al año. El día de Reyes, cuando acuden por la tarde a comer el roscón a casa de Jesús Ortiz y Ana Togores.
Suegras y nueras

“Aunque no me gustas, haré de ti una Reina”. La frase se le atribuye a doña Sofía, para quien doña Letizia afirman no era la candidata ideal. Sin embargo, el hecho de que su querido hijo la hubiera escogido, hizo que todas sus reticencias se vinieran abajo. Desde el día en que se anunció el compromiso oficial, la entonces periodista aseguró que su modelo a seguir era su suegra: “Con el ejemplo impagable de la Reina”, afirmó entonces.
Hace un tiempo, la periodista Pilar Eyre publicó en su blog de Lecturas que doña Sofía se había quejado de que apenas veía a sus nietas, Leonor y Sofía: “No sé ni cómo están. No me dejan verlas, vivo al lado y no puedo ir a su casa”. No era la primera vez que la Reina Emérita lloraba su pesar por la falta de contacto con las infantas. Se cuenta que una vez se acercó al palacio donde habita su hijo con su familia para ver a las pequeñas y que le dijeron que no podía pasar alegando algo parecido a que la señora no estaba en casa y que no tenía órdenes de ella para dejarla pasar.
El sumun de estas desavenencias se vio en la misa de Pascua en Palma de Mallorca. Doña Sofía quiso hacerse una foto con sus nietas y, por dos veces, doña Letizia lo evitó. Fue un asunto muy feo dado que la infanta Leonor retiró el brazo a su abuela y que la Reina limpió la frente de una de sus hijas que acababa de besar su suegra. Esto provocó un debate nacional en el que ganó de calle la Reina Emérita. Al final, el runrún fue tal que doña Sofía apareció con sus nietas del brazo en las puertas del hospital donde su marido convalecía de su última operación. Mientras tanto, don Felipe y doña Letizia contemplaban la escena encantados.
¿Obligaron a la Reina a hacer el paripé tras lo sucedido en Palma? Ciertamente, en Zarzuela saltaron las alarmas tras el episodio. La mayoría se puso al lado de doña Sofía. Fue la primera vez que doña Letizia tuvo que escuchar abucheos. Incluso, una de sus amigas, expresó que estaba destrozada por lo sucedido y que todo fue motivado porque ella es muy mirada con el tema de las fotos que le hacen a sus hijas. En el caso de la Reina Emérita no parece que hiciera falta solicitarle que se prestara a arreglar la metedura de pata de su nuera. Para ella, la Corona es lo primero, y así lo ha demostrado en numerosas ocasiones.
Donde las dan, las toman

Quienes bien conocen el paño aseguran que don Juan Carlos no puede con su nuera. Y no por sus orígenes plebeyos, sino por su forma de conducirse. Y es que al Rey Emérito le pone de los nervios que siempre quiera demostrar su cultura y conocimiento de la actualidad. Ocurrió durante una comida en Zarzuela en la que se hablaba sobre la situación en Irak. En el tema participaban muy animadamente doña Sofía y su hermano Constantino.
De repente, doña Letizia terció y dio su opinión. Afirman que la misma duró veinte minutos. El Rey Emérito, desesperado ante la cháchara de su nuera, le dijo: “Letizia, ya sabemos que eres la más inteligente, pero, por favor, deja hablar a los demás”. Cuentan que la entonces periodista se quedó de piedra y no volvió a abrir la boca.
Hace años se habló de una fuerte crisis matrimonial entre don Felipe y doña Letizia. Parece que don Juan Carlos terció y le recomendó a su hijo que se separara. La Reina se vengó de su suegro no dejando asistir a la infanta Leonor a la misa por el centenario del nacimiento de don Juan de Borbón, padre del Rey Emérito. Esto sentó fatal a don Juan Carlos que, desde entonces, evita a su nuera siempre que puede.
Los griegos

Durante años, Constantino de Grecia y su familia fueron habituales de los veraneos en Palma. Doña Sofía adora a sus hermanos y le encanta tenerlos cerca. De hecho, la princesa Irene vive en Zarzuela y es uno de sus grandes apoyos. Tanta visita dio pie a comentarios en la prensa. La cosa se avivó cuando se conoció que don Juan Carlos hizo que el gobierno del PSOE mediara para que a la Familia Real griega se le devolvieran los bienes que les habían sido confiscados.
A la Reina Emérita le dolió tener que renunciar a las visitas de su hermano y su familia en Palma y en Madrid. Le molestó sobremanera que se dijera que sus vacaciones corrían a cargo del erario público. Se armó tanto ruido que hace años que dejaron de venir. Parece que el rey Juan Carlos respiró aliviado, pues no se lleva demasiado bien con su cuñado quien, en alguna ocasión, le ha reprochado su falta de tacto y delicadeza con doña Sofía.
Don Felipe siempre ha tenido una especial afinidad con su primo Pablo. De hecho, cuando celebró su cincuenta cumpleaños, se desplazó a Inglaterra para acompañarle en tan señalada fecha. En la fiesta estaban también su hermana Cristina e Iñaki Urdangarín, aunque parece que no coincidieron en toda la noche. Doña Letizia dio plantón una vez más a la familia de su marido. Ni encaja con los Borbón ni con los Grecia.
Cuando saltó el encontronazo de la catedral de Palma, la mujer de Pablo de Grecia, Marie Chantal Miller dio su opinión en Twitter. Dejó muy claro que ninguna abuela merece ese trato y que, por fin, doña Letizia había mostrado su verdadera cara. Horas más tarde, el twit fue borrado. Como puede comprobarse, la Reina siempre haciendo amigos.
Jaime Peñafiel, la bestia negra de doña Letizia

El periodista ha sido uno de los más críticos con doña Letizia. Queriendo o sin querer, desde que se anunció el compromiso de la periodista con don Felipe, Jaime Peñafiel se convirtió en portavoz de los detractores de Letizia. Ella, sobrepasada por la situación, se acercó a él en una recepción en la que coincidieron en el Ayuntamiento de Madrid. Así relató el cronista lo sucedido en Vanity Fair:
“Estábamos en una recepción en el Ayuntamiento de Madrid. Ya se había anunciado el compromiso. Ella (Letizia) me vio y se vino para mí llevando detrás a ministros, a la gente de la casa, al alcalde… Entonces me apunta con el dedo y me dice (pone voz autoritaria) ‘¡Mírame a los ojos! ¿Estoy triste? Lo has dicho tú’. Y le dije: ‘¡Cómo voy a decir esa tontería!’. Y como la cosa se ponía fea, tuve la serenidad del momento de decir: ‘Letizia, tú que eres una persona muy culta te voy a recitar un poema de Gutierre de Cetina que posiblemente sepas’. Pero el asunto no acabó aquí…
“A todo esto había un silencio sepulcral, porque la gente le había oído gritar y todos estaban pendientes. ‘Ojos claros, dulces y serenos, de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados?’. Y me interrumpió: ‘¡Yo no estoy airada!’. Le dije pues estarás disgustada. ‘¡Yo no estoy disgustada!’. Pues estarás cabreada. Entonces me cogió la mano y me dijo: ‘Te voy a dar un consejo’. (Interrumpe el relato indignado) ¡¿A mí, que llevo 40 años de profesión?! ‘Antes de hablar, llama a Zarzuela’”.
Le contesté: ‘¿Pero qué me estás diciendo?’. Y siguió indignada increpándome: ‘Además es que te metes con mi familia’. Yo le respondí: ‘Decir que tu abuelo es taxista y tu madre sindicalista es meterme con ellos?’. Y lo siguiente fue que me metía con sus tacones. Incluso casi se quita un zapato para enseñarme que no llevaba un tacón de 10 cm. Al final me cogió las manos y me dijo: ‘Tenemos que vernos más’, y hasta hoy. Me puso en una situación muy violenta, ella se equivocó, y yo que soy pacífico me sentí bastante agredido. Y desde entonces ella puede pensar que no lo he olvidado, pero a la media hora ya ni me acordaba”.