Letizia Ortiz es una mujer que no perdona deslealtades. De ahí que haya borrado de su vida a quienes la han traicionado. La lista es larga y en ella se encuentran hasta miembros de su propia familia. La reina lo tiene claro. Quienes quieran estar a su lado deben respetar de forma escrupulosa unas normas y no salirse de la raya. ¿Quiénes son los damnificados de doña Letizia? Te lo contamos a continuación.
Letizia, sin perdón
La experiencia vital de Letizia demuestra que no es mujer de segundas oportunidades. Para ella, ciertos cambios no son bien recibidos. Tampoco algunos comportamientos que no entran en su libro de estilo. Jamás dejará que nadie la vea abatida en público por un desprecio. Aprieta los dientes y sigue adelante. Eso sí, ni olvida ni perdona.
A lo largo de su vida, la reina ha cortado relaciones que parecían muy sólidas. Personas que fueron importantes para ella han sido condenadas al ostracismo. Da igual la solidez del vínculo. Doña Letizia tiene muy claro lo que está bien y lo que no. Tampoco hace falta que el desaire se lo hagan a ella, si está dirigido a alguien a quien quiere, también toma cartas en el asunto y actúa. Muchos de los que se han quedado en el camino quisieran hablar pero saben que el desahogo está muy desaconsejado.
El padre de la reina
El matrimonio de Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz hacía mucho que no funcionaba. Según ha explicado algún allegado a la pareja, al padre de la reina le gustaban mucho las señoras como para circunscribirse únicamente a la suya propia. La madre de Letizia era conocedora de cómo se las gastaba su marido pero miraba para otro lado. Hasta que llegó un día en que Jesús se enamoró y anunció que se iba de casa. La reina tomó partido por su madre y le declaró la guerra a su progenitor. En esto la secundó Telma. La única que entendió la situación de Jesús fue la tristemente fallecida Erika.
Jesús Ortiz se unió a Ana Togores, madre de su hija pequeña. Estaba previsto que fueran juntos a la boda de Letizia con el príncipe. Sin embargo, la periodista lo impidió e impuso que su padre llevara del brazo a su madre. Por si esto no fuera suficiente, vetó la presencia de Ana. Paradojas de la vida, Jesús Ortiz creyó que su pareja en el enlace sería Togores, de ahí que aceptara casarse con ella por lo civil a toda prisa. Sin embargo, Ana se quedó en su casa y vio la boda real por televisión.
La madrastra vetada
Son muy pocas las ocasiones en que se ve a Jesús Ortiz junto a doña Letizia. Recientemente, se supo que estuvo en Covadonga, en lo que fue el primer acto oficial de la princesa Leonor. Aparte de esto, poco más. La presencia de Jesús en la vida de los reyes es muy escasa. En cuanto a Ana Togores, aunque se sabe que ha participado en actos privados como comuniones y bautizos, accede a los mismos cuando el fotógrafo ya ha hecho su trabajo. Bajo ningún concepto quiere la soberana que su madrastra salga en la foto, tampoco su hermana pequeña.
En el otro lado de la orilla, Paloma Rocasolano, una presencia constante en el universo de Leonor y Sofía. Es la abuela oficial por excelencia y a ella se le encomienda la tarea de cuidar a las niñas cuando los reyes están de viaje. El hecho de que sea omnipresente ha despertado no pocos comentarios, y más desde que se sabe que doña Sofía juega en franca desventaja frente a su consuegra.
El conseguidor de Letizia
David Rocasolano fue uno de los miembros de la familia con quien doña Letizia mantuvo una relación más estrecha. Sobre todo, en los meses previos y posteriores al anuncio del compromiso matrimonial con don Felipe. Según David, su prima la telefoneaba con frecuencia para pedirle ayuda con otros miembros del clan que no se comportaban como debían. La obsesión de la periodista era que mantuvieran un perfil bajo y que evitaran ser captados por las cámaras.
En David confió la princesa para consultarle ciertos aspectos legales de su unión con don Felipe. El abogado leyó las capitulaciones matrimoniales que Letizia había de firmar y le recomendó que no le hiciera. Entre otras cosas, en ese documento se recogía que la reina, en caso de divorcio, renunciaba a la custodia de sus hijas. Algo común en todas las separaciones reales pero sobre lo que cabe preguntarse su legalidad.
Los encargos de la reina
A David le tocó encontrarse con Jesús Ortiz y decirle que era deseo de Letizia que Ana Togores no acudiera a la boda. Al padre de la reina no le quedó más remedio que aceptar. Además, el abogado fue depositario del que debería haber sido uno de los secretos mejor guardados de su prima. Quien sufría mucho con la obsesión de Letizia porque la familia no tuviera protagonismo mediático era Erika. Rocasolano explicó que la fallecida le confesó en diferentes ocasiones que no podía más con las exigencias de su hermana.
David Rocasolano cayó en desgracia cuando su nombre apareció en el Caso Cienpozuelos, una causa en la que se imputó a dos alcaldes por presunto cobro de comisiones ilegales provenientes del sector privado. El abogado se vio salpicado dado que era asesor de uno de los implicados. Esperaba el apoyo de su prima, pero…
Caída en desgracia y fin del cuento
Dada la relación tan cercana que mantenía Letizia con David cualquiera hubiera pensado que se interesaría por saber cómo lo estaba pasando. Sin embargo, la reina lo que hizo fue apartarse de su lado para que el escándalo no le salpicara a ella y, por ende, a la Corona. Fueron días de furia para el abogado, que explicó este doloroso pasaje de su vida en su libro Adiós, princesa (Foca).
Posteriormente, cuando el libro fue publicado, David Rocasolano volvió a expresarse por el ostracismo al que le condenó la reina: “Tuve una conversación con ella en la que su mayor preocupación no era mi estado de ánimo, si no, de qué manera le afectaría a ella en cuanto a su imagen. A raíz de eso, decidí cambiar mis números de teléfonos y romper con todo”. Desde entonces, tan solo mantiene contacto con un par de miembros de la familia. Casa Real decidió no tomar medidas legales contra Adiós, princesa, un libro nada reseñado en los medios de la época. Otra vez se impuso la autocensura.
El marido de Telma
Jaime del Burgo fue una de las personas de confianza de doña Letizia durante años. La historia de cómo se conocieron es de lo más curiosa. Cuando la periodista estaba en Televisión Española presentando el telediario, el empresario telefoneó a Prado del Rey y pidió que le pasaran con ella. Poco o nada ha trascendido de aquella conversación pero el caso es que se cayeron bien. Posteriormente, se encontraron en persona y ahí empezó su amistad.
Del Burgo formó parte del grupo de asesores a quienes recurrió Letizia en plan informal para consultar ciertos puntos de las capitulaciones matrimoniales. Él insistió a la periodista para que estuviera vigilante en cuanto a lo que le correspondería en caso de separación. Según Jaime, la situación de Letizia debía ser mejor que la obtenida por Lady Di tras su divorcio del príncipe Carlos. Testigo de esta conversación fue David Rocasolano, que todavía no se ha recuperado de la impresión que le produjo el discurso de este caballero de palabras trasnochadas.
Mensajes comprometedores
Desde el principio, la devoción que Jaime del Burgo sentía por Letizia llamaba la atención. Era como si su vida hubiera empezado el día en que la conoció. No se sabe cómo llegó hasta ella, pero el caso es que el empresario se ennovió con Telma Ortiz. Posteriormente, se casaron en una intimísima ceremonia a la que solo asistieron los padres de los contrayentes y la hija de la novia, que se ayudaba de muletas debido a una caída producida días antes. Todo era como muy extraño.
En 2003, los príncipes atravesaban una profunda crisis matrimonial que a punto estuvo de acabar en divorcio. Fue en esos días cuando doña Letizia decidió apartar de su lado a Jaime del Burgo. Algo descubrió que le hizo apartarse del empresario. Como era de esperar, dada su afección a la princesa, él no se lo tomó nada bien, y llevado por su despecho, enseñó conversaciones privadas que mantuvo con Letizia a un periodista. Todo indicaba que su intención era que se hicieran públicas. Desde Zarzuela consiguieron desactivar a Jaime, que acabó separándose de Telma e iniciando una nueva vida en el extranjero.
El amigo de Felipe que se ganó a Letizia
Javier López Madrid fue de los pocos amigos de don Felipe que consiguió ganarse la confianza de doña Letizia. Le costó un poco porque la reina estaba muy molesta por el trato que le dispensaban algunos de la pandilla de su marido. Sin embargo, Javier consiguió vencer la resistencia de la soberana a base de conversaciones sobre vida sana que versaban alrededor de la alimentación y el ejercicio.
El nombre López Madrid apareció en prensa debido temas de corrupción en los que se le imputaba. A pesar de eso, doña Letizia le mostró su solidaridad con un mensaje que ha pasado a la historia: “Te escribí cuando salió el artículo de lo de las tarjetas en la mierda de LOC y ya sabes lo que pienso Javier. Sabemos quién eres, sabes quiénes somos. Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde. Un beso compi yogui (miss you!!!)”.
Las grabaciones más privadas de la reina
Javier contestó así a la reina, “Os lo agradezco mucho. En el futuro extremaré el cuidado, vivimos en un país muy difícil y seré aún más consciente de mi conducta”. Don Felipe propuso que quedaran a comer para hablar tranquilamente del asunto. Sin embargo, el empresario tuvo que viajar y fue imposible. Cada vez eran más las informaciones que apuntaban a que López Madrid estaba cercado por la sombra de la corrupción.
Y un día, cuando el empresario telefoneó a doña Letizia, no hubo respuesta. Entendió entonces que la reina había roto la amistad que entre ambos existía. El problema son unas conversaciones que fueron grabadas entre ambos donde Letizia hablaba abiertamente de temas espinosos, como la relación con su familia política. De momento, las grabaciones no han salido a la luz pero no podría descartarse que algún medio se atreviera a emitirlas. Ciertamente, a doña Letizia le ocupa y preocupa este asunto. Sabe que lo que explicó dentro de la más absoluta confianza y profundidad es una bomba si viera la luz.