Este sábado pasado día 8 de septiembre de 2018 fue un día histórico. La princesa Leonor asistió a su primer acto oficial en Asturias, acompañada de sus padres, los Reyes Felipe y Letizia, y su hermana, la infanta Sofía. Un día en el que la heredera al trono debía haber sido la protagonista indiscutible de la jornada. Pero no fue así.
La reina Letizia quiso llamar la atención, y lo consiguió. Varios fueron los desplantes que tuvo durante toda la visita. Os desvelamos cuáles fueron los errores garrafales que cometió la reina Letizia en un día tan importante.
Letizia y su afán de protagonismo

La Reina sabía que durante el primer acto oficial en Asturias de la princesa Leonor, todas las miradas iban a estar puestas en la primogénita. Sin embargo, ella no iba a ser menos y decidió llamar la atención para robarle protagonismo. Al igual que en anteriores actos de su agenda, la Reina Letizia apostó por lucir un estilismo en un color bien llamativo: el rojo.
De rojo y de estreno, con un vestido de Carolina Herrera y, probablemente de manera premeditada, la Reina logró acaparar casi tanta atención como la Princesa Leonor. La heredera al trono lució un vestido de color azul, en homenaje a la tierra de Asturias, el cual, sin duda, no era ni la mitad de llamativo que el de la Reina Letizia.
Letizia, un paso por delante del Rey

Varios fueron los momentos durante la visita a Asturias en los que la Reina Letizia decidió ir un paso por delante del Rey Felipe VI. Este gesto se produjo durante la entrada a la Real Basílica de Covadonga, donde pudimos ver que Letizia y la Infanta Sofía tomaban la delantera al Rey y a la Princesa Leonor.
Un desplante que también se produjo mientras ella y Don Felipe, junto a sus dos hijas, caminaban a la salida para saludar a los allí presentes. Tras las muestras de cariño al pueblo asturiano, la Reina Letizia volvió a coger carrerilla y se adelantó con sus hijas, dejando al Rey solo mientras acababa de dar la mano a los seguidores de la monarquía.
Letizia evita santiguarse

Pasadas las 12:30 horas, los Reyes y sus hijas acudieron a la Real Basílica de Covadonga donde se celebró una Solemne Misa. Los Monarcas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía hicieron su entrada en el templo. Fue en ese momento cuando tuvo lugar un gesto por parte de la Reina Letizia que no fue nada respetuoso hacia la iglesia católica.
Para sorpresa de los allí presentes, la Reina Letizia decidió no santiguarse. Quienes sí que lo hicieron fueron el Rey Felipe y sus hijas. Está claro que las celebraciones religiosas no son los acontecimientos preferidos de Doña Letizia. La Reina quedó una vez más en evidencia al eludir la tradición católica de hacerse esta señal al situarse frente al altar. Letizia se limitó a bajar ligeramente la cabeza, creyendo que este gesto sería suficiente para mostrar respeto ante los símbolos cristianos.
Una Reina muy rebelde

No es la primera vez que ocurre algo así. La Reina Letizia no tiene costumbre de santiguarse cuando está delante de un altar. Un gesto que tampoco hizo durante el funeral de la tía del Rey Emérito, la Infanta Doña Alicia de Borbón-Parma.
La escasa relación de la Reina Letizia con la Iglesia no es algo desconocido. Felipe VI es católico practicante, pero ella no. Letizia conoce su posición como Monarca y acude a todos los actos litúrgicos que tiene en la agenda. No obstante, santiguarse no es una obligación, y ella prefiera no hacerlo.
Letizia y el protocolo

La Reina Letizia parece tener un máster en saltarse el protocolo. En muchas ocasiones, acostumbra a tener una actitud que no es correcta. En más de una ocasión la hemos visto caminar por delante del Rey Felipe. A ello se suman gestos poco apropiados como consultar el móvil durante un acto oficial, maquillarse mientras habla con el presidente del Gobierno, no aplaudir cuando corresponde, no saber dónde colocarse en las fotografías, y un largo etcétera.
Sin duda, uno de los desplantes más comentados este año fue el que tuvo lugar en Palma de Mallorca tras la misa de Pascua. La Reina Doña Sofía quiso fotografiarse con sus dos nietas y Letizia trató de impedir el posado. Letizia se acercó a Doña Sofía, quien caminaba junto a la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, y se paseó por delante de las tres, obstaculizando el trabajo de los fotógrafos allí presentes. A continuación, la esposa de Felipe VI comenzó a tocarle el pelo a su hija Leonor y trató de quitar la mano de Doña Sofía del hombro de la Princesa, quien también agarró la mano de su abuela para apartarla.
¿Atea y republicana?
Letizia Ortiz tiene un estigma. ‘Divorciada’, ‘atea’ y ‘republicana’ son tan solo algunos de los adjetivos con los que el sector más purista de la sociedad quiso desprestigiar la figura de Letizia como inminente princesa de Asturias y hoy como Reina de España.
Es altamente complicado tener controlado a todo tu entorno, especialmente a estos niveles dinásticos y reales. Es muy difícil intentar callar las bocas de quienes han formado parte activa de tu vida íntima. A fin de cuentas, también es la suya. De quien Letizia no esperaba en ningún caso recibir esta serie de acusaciones es de parte de su primo hermano, el que fuera su abogado y confidente, David Rocasolano. Además, plasmado en un libro (‘Adiós, Princesa – 2013), una obra que perdurará por los siglos de siglos, haya o no continuidad Borbónica.

Al primo díscolo de la reina no le tembló el pulso en el momento en el que escribió que Letizia se avergonzaba de su familia. Además, dentro de los dos apellidos (Ortiz y Rocasolano) había bastante distinción y diferencia intelectual y cultural. En su obra, el autor señala su visión sobre las relaciones entre la familia Rocasolano, los Borbones y la propia reina Letizia.
Al respecto, apunta lo siguiente: «En cuanto a mi familia, a veces me avergonzaba del exceso de vasallaje que mostraban. A mi tía Paloma, que es una mujer sencilla que a veces raya en el simplismo, toda aquella parafernalia real la superó desde el principio. Era patético observar cómo se dirigía a Sofía: ‘Señora, ¿cómo está usted?’. Y poco faltaba para que se agachara un poco más –la famosa genuflexión– y le limpiara a la reina los zapatos con la lengua». Y no solo eso, sino que publicó que «Lo de Letizia tratando de majestad a Juan Carlos incluso en la intimidad, a pesar de ser su suegro, no es tanto vasallaje como estrategia. ‘No olvido que soy plebeya‘, parece comunicarle cada vez que pronuncia las tres sílabas».
En una de las pocas entrevistas que Rocasolano ha concedido en relación al libro, el primo hermano de Letizia afirmó que su prima le había encomendado la labor de «vigilar al abuelo en la noche previa al enlace para que no bailase con marquesas». «Letizia sintió vergüenza al ver a nuestro abuelo bailando con la aristocracia. Me pidió que me llevase al abuelo a casa y así lo tuve que hacer«.
El aborto

Uno de los temas más graves que plantea David Rocasolano en ‘Adiós, Princesa’ (2013) y que perseguirá para siempre a doña Letizia es la presunta interrupción voluntaria de un embarazo que la entonces periodista se habría realizado en el centro abortista Dator.
Según Rocasolano, su prima Letizia se había practicado un aborto en octubre del año 2002. Justo un año después, en septiembre de 2003, apenas dos meses antes del anuncio oficial de compromiso real, Letizia, junto con el príncipe de Asturias, lo convocó en una reunión privada y allí pidió a David que se deshiciera de la documentación del aborto.
«Letizia me pidió que recogiese unos documentos y los destruyera. Acudí a la clínica, cogí los papeles en un sobre y los destruí. Es súpersencillo», declaró Rocasolano en una entrevista para Intereconomía. «Letizia llamó por teléfono a la clínica. Dijo que una persona iría a recoger esos documentos: dio mi nombre y mi documento nacional de identidad. Yo acudí y cogí los documentos. […] Reconozco que abrí el sobre y vi cuál era el contenido. […] Los destruí quemándolos en la pila«.
Letizia: controladora y desconfiada

Según cuenta David Rocasolano, su prima se volvió una persona obsesionada con el control de todo lo que se hallaba a su alrededor. Seleccionó minuciosamente qué personas saldrían y qué persona no en la famosa fotografía de familiar donde se podía observar, claramente, quién era realeza y quién era pueblo llano.
«No hubiera salido jamás en esa fotografía. No es una cuestión de miedo. Es más respeto que otra cosa. Aparecer en esa fotografía fue un error. Si no vienes de la clase social asimilable al hecho, estás fuera de contexto. En mi familia hay mucha gente que no ha sabido adaptarse. […] ¿Le parece poco lo que le ocurrió a mi prima Érika?»
En esta misma entrevista, Rocasolano habla de Letizia como una persona tremendamente desconfiada. Tanto es así que en reuniones íntimas y familiares, la entonces princesa de Asturias ponía ‘cebos’ para comprobar si posteriormente había filtraciones a la prensa: «Por ejemplo, el nombre de su primer hijo. Dijo que sería un niño y que se iba a llamar Pelayo. Aquello no ocurrió. Nació una niña y se llamó Leonor. Sinceramente, entre los miembros de mi familia había curiosidad. Yo no fui quien lanzó la pregunta. La lanzó su hermana Telma y eso fue lo que ella dijo: que sería un niño y que se llamaría Pelayo. Efectivamente, se publicó en prensa no mucho después».
El golpe final a la Reina Letizia

David Rocasolano estimó oportuno señalar a Casa Real, en general, como ‘responsable de forma omisiva‘ de la muerte de su prima Érika: «Su muerte tiene relación con las circunstancias posteriores a la boda de mi prima Letizia y a la condición por la cual se convierte en princesa de Asturias, además de a las circunstancias que rodean todo ese entorno. Si estamos enjuiciando si tiene relación exactamente con el hecho de la boda, ninguno».
«Yo no achaco responsabilidad directa a la Casa Real sobre el fallecimiento de mi prima pero de manera omisiva sí puedo asegurar que esa omisión sí que pudo producir o fue uno de los factores por los que mi prima Érika tomó aquella decisión. Lo digo así. Yo quería a Érika. Para mí fue un golpe serio», relató David con la voz entrecortada.