La reina Letizia está siempre en el punto de mira. Su mala relación con doña Sofía y sus desplantes hacia ella han ido ensuciando su imagen. Algo de lo que la mujer de Felipe VI es más que consciente, ya que su actitud hacia la reina emérita ha sido muy criticada. Es por ello que Letizia aprovecha su contacto con la gente de la calle para tratar de limpiar su imagen .
Uno de los últimos feos que doña Letizia le hizo a su suegra tuvo lugar este pasado verano tras la tradicional celebración de la misa de Pascua en Palma de Mallorca. Doña Sofía quiso fotografiarse con sus dos nietas y su nuera intentó impedir el posado. Letizia se acercó a doña Sofía, quien caminaba junto a la princesa Leonor y la infanta Sofía, y se paseó por delante de las tres, obstaculizando el trabajo de los fotógrafos allí presentes.
La mala relación entre la reina Letizia con doña Sofía
Mucho se ha hablado a lo largo de los últimos años del origen de los desencuentros entre doña Letizia y la reina Sofía. Al parecer, desde que nacieron Leonor y Sofía, Letizia habría puesto multitud de impedimentos para que doña Sofía ejerciera de abuela con ellas. Incluso se llegó a comentar que la reina Letizia vetaba sus visitas, aludiendo que sus hijas tenían unos horarios que no se podían alterar.
Unas exigencias que no se habrían aplicado nunca a la madre de doña Letizia, Paloma Rocasolano. La abuela materna de la princesa Leonor y de la infanta Sofía mantiene una estrecha relación con sus nietas, con las mantiene un contacto regular. Incluso, cuando los Reyes se van de viaje, es ella la que se instala en su hogar para hacerse cargo de las niñas.
El acercamiento de la reina Letizia con los cuidadanos
Como si de una estrategia bien estudiada por Zarzuela se tratara, la cercanía de la reina Letizia con la gente de la calle va in crescendo. La mujer de Felipe VI acudió este miércoles a su Oviedo natal para inaugurar, de manera oficial, el curso escolar. Doña Letizia visitó el colegio público Baudilio Arce donde mostró su interés por el trabajo de los alumnos de educación Infantil y Primaria.
La Reina se mostró muy cariñosa con los más pequeños, a los que no dudó en abrazar y fotografiarse. Un gesto que también repitió con la gente a pie de calle que llevaba horas esperando a que llegara doña Letizia. La mujer de Felipe VI se mostró en todo momento muy sonriente y no dudó en hacerse selfies con todo aquel que se lo pedía. Sin duda, parece que esta táctica por parte de Zarzuela es algo que se está convirtiendo en habitual, ya que el fin de semana pasado también pudimos ver a Letizia haciéndose selfies en Covadonga durante la primera visita oficial de la princesa Leonor a Asturias.
Doña Sofía, una Reina muy querida
Letizia Ortiz Rocasolano comenzó a formar parte de la Historia de España el día en el que el entonces príncipe Felipe y ella anunciaron ante la prensa su compromiso matrimonial. La hasta entonces periodista estaba alabando a doña Sofía cuando Felipe la interrumpió. “Déjame terminar”, dijo ella, sin saber que ese momento marcaría el inicio del cuestionamiento sobre si estaba preparada para convertirse en la futura Reina de España.
A partir de ese momento, la sombra de doña Sofía empezó a perseguirla. Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas, pero esto fue lo que comenzó a suceder. Las críticas hacia Letizia eran cada vez mayores, algo que hizo que poco a poco fuera apartándose de doña Sofía. ¿La consecuencia? Que Letizia no se dejó ayudar por la que entonces era la Reina de España y perdió la oportunidad de aprender de la mano de doña Sofía.
Letizia y su vena periodística
La reina Letizia lleva el periodismo en la sangre. Por mucho que se haya convertido en Reina, eso es así. Es por ello que los intentos de Felipe VI tratando que su mujer se concentre exclusivamente en el clipping de prensa que le envían diariamente desde Zarzuela han sido siempre fallidos. A doña Letizia le pica la curiosidad y no puede evitar leer todo aquello que se escribe sobre ella.
¿Cuándo llega el problema? Cuando la reina Letizia lee críticas negativas hacia su persona. Bien es sabido que la esposa de don Felipe no encaja muy bien no ser vista con buenos ojos. De hecho, sus primeros años como miembro de la Familia Real no fueron nada fáciles. Letizia creía ver enemigos por todas partes. La esposa de don Felipe estaba convencida de que muchos querían verla caer.
Doña Letizia no consigue empatizar con una parte de la sociedad. Pasan los años y las cosas siguen como aquel día en que pidió a don Felipe que la dejara terminar de hablar. Se interpretó aquella interrupción con una muestra de su carácter y se le adjudicó el calificativo de mandona. Aunque no se le puede poner ni un pero en su faceta profesional, la reina necesita un milagro para que se la perciba cercana y relajada. En Zarzuela saben que hay mucho en juego y de ahí que hayan creado la Operación Letizia. O lo consiguen, o adiós a la monarquía, temen los altos funcionarios de palacio que han diseñado esta partida de ajedrez que se jugará sobre un tablero llamado España.
La sombra de doña Sofía es alargada
Letizia Ortiz entró de golpe en la Historia el día en que ella y el príncipe se reunieron con la prensa tras el anuncio de su compromiso matrimonial. La periodista estaba alabando a doña Sofía cuando don Felipe la interrumpió. Ella pronunció: “Déjame terminar” y ahí empezó todo. A partir de ese momento, Letizia recibió calificativos poco agradables sobre su persona. Mandona, entrometida, con ansias de protagonismo… Todo iba a desembocar siempre en lo mismo, que no era la indicada para la alta misión que le estaba reservada.
A partir de aquel momento, la sombra de doña Sofía empezó a perseguirla. Todo eran comparaciones entre ambas mujeres y Letizia siempre salía perdiendo. Lejos de apartarse de esos análisis periodísticos que le hacían daño, la princesa los devoraba. Esto cada vez la apartó más del lado de su suegra. Podría haber aprendido mucho de ella pero quiso demostrar que no necesitaba ayuda. Sin duda, un terrible error. A la princesa le ganó la partida el amor propio y perdió la ocasión de instruirse de la mano de la mejor reina de su generación, doña Sofía.
Nosotros, los desheredados
Don Felipe siempre ha estado encima de su mujer intentando que se concentrara únicamente en el clipping de prensa que le envían diariamente desde Zarzuela. Sin embargo, la curiosidad mató al gato. La reina no ha sido capaz de resistir la tentación de leer todo lo que sobre ella se escribe y eso ha hecho mella en su carácter. Sus primeros años en palacio fueron muy difíciles. Creía ver enemigos por todas partes. Estaba segura de que muchos deseaban verla caer. Se encerró en sí misma y era la viva imagen de una animal herido.
Si algo tuvo claro doña Letizia es que su reinado sería diferente al de su suegra. No quería centrarse en inaugurar hospitales o visitar los barrios más desfavorecidos. A ella le gustaba más la cooperación solidaria que proporciona una vida mejor a través del aprendizaje de un oficio. En esto, doña Sofía fue pionera apoyando la iniciativa de los microcréditos. Si hay algo que la reina emérita ha tenido claro es que su misión era ayudar. Poner su grano de arena para que los desheredados lograran salir del barro.
Espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bella del reino?
Para doña Letizia ha sido muy negativo esa reconversión en beauty victim. Quiere que su imagen sea perfecta y eso la aleja de la realidad. Esa perfección en cuanto al maquillaje, el look y la figura hace que se la perciba como una gran estrella a la que se puede ver pero no tocar. Las divas imponen mucho. Tampoco ayuda su afición a la ropa de diseñadores extranjeros cuyos precios no están al alcance de la mayoría de los mortales. ¿Por qué tanta insistencia en Carolina Herrera? Si algo ha marcado la carrera de la diseñadora venezolana es la exclusividad. Por tanto, no parece el ejemplo más adecuado en el vestir para la reina de una corte que siempre ha presumido de austera.
No es casualidad que doña Letizia haya acudido a llevar a sus hijas al colegio sin gota de maquillaje y con un look deportivo e informal. Forma parte del plan diseñado en Zarzuela para acercarla a la sociedad. A partir de ahora, la veremos mucho más sencilla y no tan perfecta. No va a ser fácil porque el tema de la imagen la trae a mal traer. Su sentido de la perfección se ha exacerbado y se mira continuamente en el espejo.
Melania y Letizia, mucho en común
Se acabó el protagonismo para doña Letizia. En este nuevo curso seguirá desarrollando su trabajo pero el foco recaerá en don Felipe. Han existido muchas críticas porque la reina ha querido modificar ciertos actos de la agenda real. Ocurrió en el último viaje a Estados Unidos. No era de su agrado tomar el té con Melania Trump e intentó zafarse. No lo consiguió porque eso hubiera podido dar pie a un problema diplomático. Al fin y al cabo, ambas mujeres tienen una cosa en común, las amplias críticas que reciben y un pasado a sus espaldas que es objeto de comentarios.
La restitución de la infanta Elena es otro de los asuntos que incomoda a la reina. Sin embargo, ya le han advertido que tiene que convivir a nivel institucional con ella y con doña Sofía. La relación entre las tres mujeres es inexistente, pero lo que sí está claro es que don Felipe necesita a su madre y a su hermana. La familia real se ha visto muy reducida tras los escándalos y la buena imagen de Elena y Sofía es necesaria en esta nueva etapa.
El fin de la edad de la inocencia
El nuevo curso que arranca es vital para la princesa Leonor. Ya ha tenido su primer acto público y, poco a poco, va a ir incursionando en la que será su misión, heredar el trono de su padre. Si hasta ahora don Felipe y doña Letizia habían intentado retrasar al máximo este momento, saben que ya ha llegado la hora de que Leonor empiece a desarrollarse en este aspecto. Está a punto de cumplir trece años y tiene que ser instruida en la tarea que está llamada a ejercer.
En las apariciones públicas de los reyes observamos que doña Letizia está muy pendiente de que Sofía no se sienta en un segundo plano. Es por eso que está muy atenta a ella. Sin embargo, se acerca el día en que las dos hermanas tienen que separar sus caminos. Su destino no es el mismo. Por más que se empeñe doña Letizia, hay que hacer cambios. La edad de la inocencia toca a su fin.
Aire para Leonor y Sofía
Como padres, los reyes obtienen un diez. Ambos están muy pendientes de sus hijas. En el caso de don Felipe, tiene claro que a Leonor y Sofía les aguardan obligaciones diferentes. Llega la época de los problemas porque es muy difícil explicar a una niña que el protagonismo recae en su hermana simplemente porque nació antes. Y aquí es donde doña Letizia debe hacer un cambio porque la realidad familiar nada tiene que ver con la institucional. No va a ser posible que siempre las dos hermanas compartan acto. Tampoco es bueno que la reina esté siempre encima de las niñas atusándoles el pelo o abrazándolas. Eso está bien cuando son pequeñas pero genera inseguridad a medida que van creciendo. El resultado es que Leonor y Sofía siempre buscan la aprobación de su madre con la mirada.
Doña Letizia se ha empeñado en que su familia viva como cualquier otra familia. El problema es que ellos no son como el resto. Representan a una institución donde el orden de prioridades está muy marcado. La reina es la primera que tiene que aprender que la normalidad no es posible dentro de la monarquía. Si lo fuera, reinaría la persona más preparada. Sin embargo, es algo que se heredera.
Fin de una época
Está marcado que la reina vaya perdiendo protagonismo en favor de Leonor. No es que su figura vaya a evaporarse, ni mucho menos, pero como reina consorte su papel va a sufrir un cambio hacia un perfil más bajo. Quizás con eso logren los funcionarios de palacio humanizarla y, por tanto, salvar su imagen. No es una tarea fácil pero doña Letizia ya ha dado muestras de que su fidelidad a la institución es inquebrantable. En Palma lo ha demostrado sobradamente. Es el fin de ciclo de la segunda parte del reinado de Letizia. La tercera requiere de otros gestos y maneras.
No siempre lo que mal empieza, mal acaba. Don Felipe está convencido de que doña Letizia es muy capaz para el papel que desempeña. La reina debe tomar conciencia de que no es lo que ella quiere, sino lo que demandan los demás. También comprender que la monarquía no es un funcionariado de alto grado con horario establecido. Hay que estar siempre al pie del cañón.