Doña Sofía atraviesa un delicado momento. A nivel anímico, está muy tocada. Los últimos escándalos sucedidos en el seno de la familia real la han dejado hundida. La reina emérita no puede más. Otra vez don Juan Carlos la ha humillado públicamente. Las infantas Elena y Cristina le niegan el apoyo que necesita y Letizia sigue poniendo palitos en las ruedas. ¿Necesitará otra vez doña Sofía ayuda psicológica?
Sofía necesita ayuda psicológica
Doña Sofía está tocada y hundida. Confiaba en que el otoño de su vida sería tranquilo, que don Juan Carlos no la haría sufrir más. Y si vamos más allá, creía que volvería a sus brazos. Una fantasía que ha ido alimentando desde que aquel día en que él abandonó la habitación conyugal para instalarse en otra ala de palacio. Nada ha salido como deseaba. La princesa griega que llegó a España con una maleta llena de ilusiones ha perdido la sonrisa.
Si la reina emérita no consigue remontar el vuelo, necesitará ayuda especializada. Cuando más fuertes han soplado los vientos, doña Sofía ha acudido al psicólogo. Una información que confirmó uno de los íntimos del rey emérito, Antonio Bouza, que fue testigo de las peores épocas del matrimonio e intentó que don Juan Carlos se moderara. Y, como siempre, el rey emérito decía sí pero continuaba con su living la vida loca.
Los desplantes de Juan Carlos a Sofía
Don Felipe ha intentado que su madre sufra lo menos posible con su nuevo rango. Sabe que para ella pasar de reina consorte a reina emérita no ha sido fácil. Doña Sofía siempre ha mantenido que los reyes no abdican, sino que mueren en su cama. Por tanto, lo sucedido ha sido algo con lo que no contaba. A ojos de los demás, puede parecer una liberación disfrutar de tiempo libre. Sin embargo, para la reina emérita no es fácil llenar el hueco porque eso permite pensar y la cabeza puede ser el mayor enemigo de uno mismo.
Durante años, doña Sofía ha estado volcada en el trabajo. Eso le ha permitido desconectar de la infelicidad marital. Hacer lo que más le gusta, ayudar a los demás, ha sido un bálsamo para el corazón de una mujer que se casó enamorada y ha sufrido el desamor. Lo peor de todo es que ha tenido que interpretar de cara a la galería una buena sintonía con don Juan Carlos que nunca existió. Existe constancia gráfica de los desplantes que su marido le ha hecho en público. Hasta ha llegado a apartarla bruscamente cuando iba a darle un beso.
El hombro en el que se apoya la reina emérita
En España, la reina emérita no tiene demasiados brazos a los que agarrarse. Es por eso que la princesa Irene no se separa de ella. Aunque han corrido muchos bulos sobre los motivos que hicieron que se instalara en Zarzuela, la realidad es que lo hizo para estar junto a su hermana. Irene sabe que una reina no puede permitirse abrir su corazón porque sería traicionada. Hay que mantener el porte regio por dentro y por fuera.
La reina emérita jamás quiso tener a su lado una corte de damas de compañía porque vio que el invento no le funcionó a su madre. La lealtad acaba siendo quebrantada por motivos de envidia. Por otro lado, no quería que nada pudiera utilizarse en contra de la monarquía. En carne propia sufrió el dolor de la caída de la familia real griega. Tuvieron que exiliarse. Su hermano tampoco logró salvar su reinado y acabó viviendo en Londres con Ana María y sus hijos.
Elena y Cristina miran para otro lado
La reina emérita echa de menos el apoyo de sus hijas. Elena y Cristina han preferido ignorar el sufrimiento de su madre debido a las humillaciones de su padre. Para ellas, don Juan Carlos es una pieza muy importante. En el caso de la infanta Elena, siente devoción por su progenitor y no duda en mostrarse en público junto a él en los peores momentos. Como ahora, que ha sido reprobado por el escándalo Corinna.
En cuanto a Cristina, llevarse bien con don Juan Carlos ha sido una máxima. Sabía que el fuerte era él y de ahí que nunca lo haya contrariado. Tenía tan claro lo que quería que no dudó en relacionarse con Corinna. También se apuntó Iñaki Urdangarín al club de fans de la amiga especial de su suegro en los días en que hacer dinero rápido era su prioridad. Los ex duques de Palma dieron apoyo a la pareja posando con ellos en una entrega de premios celebrada en Barcelona. Un acto que tuvo repercusión mundial y que dejó a doña Sofía ridiculizada ante millones de personas.
La sombra de Juan Carlos persigue a Sofía
La situación de doña Sofía es muy complicada en palacio. Doña Letizia sigue mostrándose hostil con ella. La quiere bien lejos movida por un deseo de venganza que ha ido anidando en su interior desde que se casara con don Felipe. Ahora que es la reina, Letizia quiere todo el protagonismo y no va a dejar que nadie le robe los aplausos. Sin embargo, la soberana no consigue el favor popular y vive obsesionada con la figura de su suegra. Cree que si se apartara del todo, las cosas serían más sencillas para ella porque se evitarían las comparaciones.
Harta de vivir en Zarzuela y tener que seguir soportando el daño de don Juan Carlos, la reina emérita deseaba poner tierra de por medio y, puntualmente, dejarse caer por Madrid. Sus planes no pueden materializarse porque don Felipe la necesita para salvar la monarquía. Imposible deshacerse de la presencia de su marido. Aunque ha tomado la decisión de no pisar donde él esté, su sombra le persigue.
Los hijos ilegitimos de Juan Carlos
La reina emérita atraviesa uno de sus peores momentos. Una vez más, se debate entre la obligación y los sentimientos. El eterno ser o no ser que la acompaña desde que matrimoniara con don Juan Carlos. Ella dio el “Sí, quiero” profundamente enamorada. Sin embargo, pronto comprendió que no era correspondida. El rey emérito la escogió porque era la más indicada. Hizo lo que debía pero no lo que quería. La princesa griega estaba muy alejada de lo que él buscaba en la intimidad.
Desde muy joven, el hijo de don Juan de Borbón hizo gala de una virilidad desmesurada. La sombra de los hijos ilegítimos le persigue desde que era un cadete. De hecho, existen informes que avalan la existencia de retoños extramatrimoniales a través de los testimonios de personas que recurrieron a altas instancias militares para explicar que había un nuevo miembro en la familia.
El rey abandona el lecho conyugal
Doña Sofía buscó consuelo a su desconsuelo matrimonial volcándose en sus hijos. Ha sido ella quien ha estado al pie del cañón en todo lo referente a la crianza de Elena, Cristina y Felipe. Tras el nacimiento del heredero, don Juan Carlos decidió que ya había cumplido con la obligación marital de compartir lecho y se instaló en unas dependencias de Zarzuela que se acondicionaron para él. Allí gozaba de total libertad de movimientos sin ser escrutado por el ojo de su esposa.
En la retina de muchos queda la imagen de la reina emérita junto a sus hijos en momentos cotidianos. Por ejemplo, llevándolos cada mañana al colegio. Siempre que no tenía actos, acudía a recogerlos por la tarde. Fue ella quien decidió que Elena, Cristina y Felipe compartieran cuarto de juegos que se reconvertía en sala de estudio. Quería que estuvieran tan unidos como ella con Tino e Irene.
Sofía, madre, esposa y reina
Mientras que doña Sofía ha sido una madre presente y activa, don Juan Carlos ha ejercido la paternidad desde la barrera. En su época, era algo aceptado que los hombres se desentendieran de las cosas relacionadas con los hijos. En el caso del rey emérito también hay que añadir su faceta de bon vibant, que ha primado sobre otros aspectos de su vida. Mundano y jovial, así definen algunos a don Juan Carlos.
Para doña Sofía la obligación siempre ha estado primero que la devoción. Mientras fue reina consorte desempeñó su papel a la perfección. Tuvo el protagonismo justo y consiguió empatizar con una gran parte de la sociedad por sus formas y maneras acertadas. Siempre con la sonrisa pintada en el rostro, la reina emérita brilló en una corte plagada de sombras. Mucha tela que cortar. Siempre al pie del cañón, y cuando su agenda lo permitía, a disfrutar de la familia, su gran pasión.
La foto de la verguenza
Elena, Cristina y Felipe han procesado de diferente forma el comportamiento de su padre como marido. La infanta Elena siempre ha sentido devoción por su progenitor. Mantienen una relación muy estrecha y están muy unidos. Cuando Iñaki Urdangarín ingresó en prisión, don Juan Carlos estuvo en casa de su hija mayor comiendo. Por su parte, doña Sofía fue con su hermana Irene a casa de la infanta Pilar, allí compartió mesa y mantel e intentó olvidarse de la terrible situación familiar.
La infanta Cristina ha apoyado a su padre en situaciones que han despertado muchos comentarios. Por ejemplo, cuando ella y su marido fueron a la entrega de Premios Laureus en Barcelona y posaron junto a don Juan Carlos y Corinna. Aquella foto fue la de la vergüenza, porque no se entiende que con el sufrimiento que la rubia ha causado a su madre, ella contribuyera a blanquear la situación ante el mundo.
Sofía, una madre rota por el dolor
Doña Sofía lloró cuando vio a su hija compartir foto con Corinna. Aquello fue un golpe bajo que no esperaba. Ciertamente, no tenía ni idea de que los ex duques de Palma tuvieran trato directo con Corinna. Según supo entonces, no era la primera vez que Iñaki y Cristina se encontraban con don Juan Carlos y su amiga especial. Eso marcó un antes y un después en la relación. Aunque la reina emérita ha seguido protegiendo y cuidando a su hija, lleva la espina clavada en el corazón.
En los últimos meses, la reina emérita se ha mostrado distanciada de su hija mediana. No existe constancia gráfica de que haya ido a visitarla. Al final, se le cayó la venda de los ojos y dejó de disculpar a Cristina por su comportamiento en relación a Noos. Además de Corinna, también le achaca que no haya estado a la altura de las circunstancias al anteponer su amor a Iñaki a sus obligaciones como miembro de la familia real. En estos momentos, doña Sofía coincide con don Felipe en que debe seguir el aislamiento sobre Cristina, cuya presencia daña a la monarquía.
Cristina teme ser desheredada
Si de algo se queja doña Sofía es del desamparo que siente por parte de sus hijas. En cuanto a Elena, no entiende tanto apoyo público a su padre. Al fin y al cabo, la infanta conoce de primera mano lo mucho que la reina emérita ha pasado por culpa de las correrías de su marido. Sin embargo, en vez de mostrarse junto a ella, siempre lo hace con don Juan Carlos. Ya es habitual que le acompañe en algunas salidas lúdicas, toros, torneos de polo y otros eventos.
También en su faceta de madre a la reina emérita le toca sufrir. Elena y Cristina no van a cambiar su proceder. Tienen claro que el apoyo a su padre va a seguir. Las infantas han buscado refugio a su malestar con doña Letizia en don Juan Carlos. A él acudió Cristina en el peor momento de su relación con la reina para pedirle que le entregara su parte de la herencia en vida. Argumentó temer las maniobras que su cuñada pudiera realizar, una vez que su padre falleciera, para privarla de lo que le correspondía por testamento.
El rey emérito sale escaldado
En cuanto a don Felipe, lo tiene claro. Desde siempre ha apoyado a su madre. Sabe las lágrimas que ha vertido por culpa del comportamiento poco ejemplar de su padre como marido. Hace años que la reina tiene en su hijo al mejor aliado en horas bajas. El rey siempre está ahí para consolarla y mitigar su dolor. Lo cierto es que don Juan Carlos también ha conseguido herir a don Felipe con su proceder. Para el soberano, un hombre sensible y de gran corazón, este tipo de comportamientos son inaceptables y le producen rechazo.
Don Juan Carlos salió escaldado cuando habló con don Felipe para conminarle a que acabara el noviazgo con Eva Sannum. Esgrimió una serie de razones que no tuvieron una buena acogida. El entonces príncipe le dijo al rey que él no era el más indicado para dar lecciones en este sentido. La conversación no salió bien y don Juan Carlos optó por enviar a personas de su confianza como emisarios.
Felipe, una corista y una periodista
Y cuando Letizia apareció en la vida de don Felipe y los reyes tuvieron conocimiento de la circunstancia, don Juan Carlos se limitó a consultar con algunas personas sobre la acogida que tendría la noticia. En una comida con destacadas personalidades, entre las que se encontraban Santiago Carrillo y Adolfo Suárez, el rey puso el asunto sobre la mesa de una forma que parecía totalmente casual pero que había sido previamente ideada a forma de sondeo.
Así planteó la cuestión el rey emérito: “Claro, los hemos educado con tanta apertura y tantas alas y tanto mundo (a los hijos) que, el día menos pensado, va el príncipe y nos plantea que quiere casarse, qué se yo, con una corista… o con una periodista”, recoge Pilar Urbano en La reina muy de cerca. De todas formas, a don Felipe le daba igual la opinión de los demás porque su elección estaba hecha. Había encontrado a la mujer de su vida y no pensaba renunciar a ella.