
El eje del mal ya es historia. Quedó tocado de muerte cuando Kiko Matamoros se pasó a la otra orilla. El principio del fin se escribió cuando Makoke estuvo como colaboradora en Sálvame mientras su marido convalecía de una operación de estética en el hospital. Sin duda, fue una buena maniobra por parte de las cabezas pensantes del programa. Sin embargo, tuvo un coste altísimo a nivel humano.
Sálvame es uno de los platós más complicados para trabajar. La dinámica del programa hace que el ritmo sea brutal y de ahí que las historias surjan de forma espontánea. Los colaboradores habituales están acostumbrados al enfrentamiento y no se paran en jarras si llega alguien nuevo que no sea de su agrado. Es lo que ocurrió con Makoke, que sufrió un ataque brutal desde el primer momento de Mila Ximénez.

Han pasado los meses y Kiko ha vuelto a decir no al eje del mal. Su renuncia se produjo durante una puesta en escena, con puente incluido y capas estilo conde Drácula, en la cual Kiko Hernández leyó una serie de cláusulas que su compañero tenía que acatar y rubricar. Sin embargo, junto a su firma, Matamoros escribió: “No acepto”. Las caras de los allí presentes eran un poema.


