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Cómo hacer pollo en salsa de tomate para no dejar de untar 

Pocas recetas hay más sencillas que la de pechugas de pollo con salsa de tomate. A groso modo, se comienza por ponerlas un rato a la plancha y se termina dejándolas que se terminen dentro de la salsa, para que se hagan por dentro al mismo tiempo que van cogiendo sabor. A continuación vamos a desarrollar mucho más detenidamente todo el proceso de un plato con el que siempre se acierta porque es raro encontrar personas a las que no les guste el pollo ni el tomate, sus ingredientes principales, que a la vez son además sencillos y baratos de obtener, algo fundamental hoy en día.

Pechugas de pollo con o sin piel

pollo
Hay que decidir entre pechugas de pollo con o sin piel

Para hacer las pechugas de pollo en salsa de tomate lo primero de todo es decidir si se quieren hacer las mismas con piel o sin ella. Para este plato es mejor dejársela, porque, además de quedar rico, le dan sabor a la salsa, pero si el chef para la ocasión prefiere prefiere quitársela tampoco pasa nada. Luego hay que recortar por los bordes el exceso de grasa que tiene la pechuga, si fuera necesario, algo que se ve porque son unas tiras blancas que vienen pegadas. Hecho esto hay que salpimentar el pollo al gusto y dejarlo reposar, así como pelar la cebolla y picarla muy fino, y también los dientes de ajo. Para la salsa hay que lavar muy bien los tomates, quitarles el pedúnculo haciendo un pequeño corte alrededor y trocearlos antes de triturarlos con la batidora y luego pasarlos a través de un tamiz o colador fino en acero inoxidable para eliminar los eventuales restos de piel y semillas.