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Paz Padilla encuentra un motivo para volver a sonreír en su momento más difícil

Paz Padilla es una mujer muy afortunada. Tras el triste fallecimiento de su marido, Antonio Vidal, afirmó: “estoy triste, pero soy feliz”. Y no es para menos, porque la presentadora ha conseguido dejar atrás sus orígenes humildes levantando un imperio millonario. Todo lo que toca lo convierte en oro: una tienda de ropa, funciones de teatro, un hotel rural… y un sinfín de negocios que la han posicionado como una de las personas más ricas de la televisión.

Recientemente, ha lanzado al mercado una línea de bolsos que ha sido todo un éxito, y no ha tardado en agradecerle a su hija Anna Ferrer el ánimo que le ha dado en esta nueva aventura. Parece que Paz Padilla tiene todo lo que pudiera desear: fama, dinero y trabajo. Pero, le falta lo más importante: el amor. Desde que perdió a Antonio Vidal, la presentadora no ha vuelto a ser la misma. Su último intento por superar el trance ha sido publicar un libro, El humor de mi vida, que, antes de salir a la venta, ya está completamente agotado en las librerías. ¿Por qué Paz no consigue disfrutar de su éxito?

El primer obstáculo de la presentadora: la pobreza

Paz Padilla atravesó por problemas económicos

> La vida de Paz Padilla ha estado marcada por sus orígenes humildes. Desde muy pequeña, tuvo que hacer frente a situaciones muy difíciles. Aunque, jamás renunció a su característico sentido del humor. La presentadora es muy hermética con su intimidad. Pero, no le ha temblado el pulso a la hora de dar ciertos detalles para que el público comprendiera su verdadera personalidad. “Durante muchos años, solo comíamos pan con manteca. He tenido que ir a Cáritas a pedir comida y, aun así, nunca he visto a mi madre triste. Y creo que, para una madre, no tener nada que dar de comer a sus hijos es lo más duro que hay. Pero éramos felices”, comentó en una ocasión.

Paz Padilla tuvo que ponerse a trabajar desde muy pequeña para ayudar a su familia. Pero, siempre tuvo claro que el dinero no era lo más importante para sonreír, sino la ilusión por seguir adelante y superar las adversidades. “Mi padre era muy honrado, muy trabajador y muy buena persona”, declaró en una entrevista. Contó como dos de sus hermanos estaban cerca de una iglesia, y una señora se acercó para regalarles un abrigo, pues ninguno de ellos tenía con que pasar el invierno. Paz nunca ha dudado en presumir de sus orígenes, y el público es consciente de que, todo lo que tiene, es fruto de su esfuerzo. “Es como una hormiguita, nada derrochadora. Valora mucho el dinero, porque no lo ha tenido”, asegura una de sus íntimas amigas.

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