Completamente desbordada, en un callejón sin salida, así se encuentra Letizia Ortiz. La reina está viendo cómo sus sobrinos se están volviendo en su contra. A pesar de su juventud, la están humillando de manera pública, algo que la enfada enormemente. No entiende cómo han podido llegar a esta situación y ve asombrada cómo su poder ya no es el mismo de antes. Descubre por qué estamos ante el declive de la reina de España.
Una obsesión que no conoce límites
> Encolerizada y harta. No puede más. Letizia está llegando al límite de su paciencia y le desborda el no saber controlar la situación. Desde que se hizo público su compromiso con el entonces príncipe de Asturias, se apresuró a aleccionar a todo su alrededor. Controla minuciosamente los movimientos (y las palabras) de cada una de las personas que la rodean. O al menos eso intenta, porque las cosas han cambiado, han evolucionado. La reina está viendo cómo sus estrictas normas ya no son llevadas a cabo.
Ha perdido completamente la autoridad y eso hace que esté muy irascible. Además, si antes estaba obsesionada por manejar la situación, ahora más. Sabe que la institución a la que representa está muy dañada, en parte, por desafortunados comportamientos que ella ha tenido. Obsesionada hasta el extremo por la perfección, se esfuerza por volver a mostrar al mundo una imagen idílica. Mira a continuación cuáles son las trabas con las que Letizia se está encontrando. Te damos una pista: son personas muy cercanas quienes le están poniendo la zancadilla.
Siguiente: La incontrolable rebeldía de Froilán
La incontrolable rebeldía de Froilán
> Es el miembro más díscolo de los Borbones. Las travesuras del pequeño Felipe Juan Froilán de todos los Santos se han convertido en gamberradas de adolescente. Un comportamiento que Letizia no soporta. Considera que los sonados escándalos que protagoniza el hijo de Jaime de Marichalar y la infanta Elena son perjudiciales para la corona. Ella, en su intento de que la monarquía nacional proyecte una imagen impoluta, reparte normas a diestro y siniestro. Pero, como era de esperar, Froilán hace caso omiso de ellas. La mejor muestra de ello, su modus operandi de hace unos días.
El primer nieto de los eméritos acudió a la manifestación en contra del Gobierno que organizó en Madrid el triunvirato formado por VOX, Partido Popular y Ciudadanos. Según El Mundo, Froilán no solo estuvo presente sino que participó activamente. Gritó contra Pedro Sánchez, pidió prisión para Puigdemont… Es cierto que él no forma parte de la familia real y, por tanto, no tiene prohibido significarse políticamente. Pero este posicionamiento puede perjudicar a sus tíos. Algo que a Froilán le ha dado igual. Además, para acudir a actos de este tipo tiene que pedir permiso a Zarzuela y no lo hizo. Ya se sabe que es un rebelde sin causa. Lo que nadie esperaba es que su hermana siguiera sus pasos. Te lo detallamos a continuación.
Siguiente: Una inesperada transformación
Una inesperada transformación
> Durante mucho tiempo Victoria Federica ha sido el ojito derecho de Letizia. La reina veía en ella a una niña buena, noble y dulce. Le gustaba pasar tiempo a su lado e incluso le ha regalado algunas de sus prendas de ropa más icónicas. Pero de la noche a la mañana Vic, como la llaman sus amigos, ha dado un giro radical. Ha vuelto a poner a los Borbones en el punto de mira. Parece que la hija de doña Elena ha apuntado todo lo que la reina aborrece para llevarlo a cabo.
Por todos es sabido que la mujer de Felipe VI siente una gran animadversión por la tauromaquia. Pero resulta que su sobrina no solo es una gran aficionada a este arte sino que sale con Gonzalo Caballero, un popular torero. Y la cosa va más allá. Victoria Federica siente el gusanillo de vestirse de luces. Como sabe que eso no es posible, se desquita toreando vaquillas en alguna finca. Y es precisamente una de estas escenas la que se ha hecho vira. Circula por la red un vídeo en el que es embestida, algo que no ha sentado nada bien en la casa del rey. Entérate en la siguiente página del otro gran azote que ha recibido Letizia.
Siguiente: El dardo envenenado de su niña mimada
El dardo envenenado de su niña mimada
> No hay dos sin tres. Por si los quebraderos de cabeza ocasionados por Froilán y Victoria Federica no fuesen suficientes, Letizia tiene que hacer frente también a la rebeldía de su sobrina, Carla Vigo. La joven, que tiene solo 18 años, hace oídos sordos a las férreas normas que intenta imponer su tía acerca de las redes sociales. Ella, a pesar de las broncas telefónicas que recibe de la reina, las sigue usando como cualquier otra persona de su edad. No está dispuesta a tener una vida diferente a la de sus amigos solo porque su tía forme parte de la familia real. Además, cuenta con el completo apoyo de su padre, que la invita a tomar sus propias decisiones sin dejarse influir por nada y por nadie.
Pero lo que realmente ha enfurecido, ha llenado de ira y ha dañado a Letizia han sido las duras palabras que Carla le ha dedicado. De manera velada culpa a los reyes y a todos los que forman parte de la institución de la prematura muerte de su progenitora, Érika Ortiz. “A veces pienso qué te hicieron, yo sé que no eras tú y que si hubiese sido por ti no hubiese cambiado nada. El hecho es que cambió y yo pienso en ti todos los días», aseguraba en su cuenta personal de Instagram en el triste aniversario de la muerte de la mujer que la trajo al mundo. En la siguiente página verás que aquí no acaba la historia…
Siguiente: Al acecho, los fantasmas del pasado
Al acecho, los fantasmas del pasado
> Parece que a la monarca consorte le crecen los enanos. Todos estos escándalos llegan a la vida de Letizia en un momento muy complicado. Personalmente atraviesa una etapa convulsa, marcada por el miedo y la inquietud. El hecho de que Eva Sannum, la guapísima exnovia de don Felipe, haya vuelto a la palestra tiene muy intranquila a la reina. El giro radical que ha dado la noruega a su vida y el emblemático mensaje en el que dice que necesita tiempo para pensar ha hecho que los rumores se desaten.
La que fuera presentadora de los Informativos de TVE es consciente de que su familia política no siente estima por ella, cada vez menos. No es aceptada ni por sus suegros ni por sus cuñadas ni por los amigos íntimos de Felipe. Por primera vez, esa aplastante seguridad en sí misma se ha disipado. La asturiana tiene miedo de que intervengan y consigan convencer al rey de que su matrimonio tiene que acabar a la mayor brevedad posible.
