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miércoles, 8 mayo 2024

Las claves para entender la mala relación de la infanta Elena y Jaime de Marichalar

A Jaime de Marichalar le costó que la infanta Elena se fijara en él. Tuvo que insistir para que accediera a salir. Aquello empezó de forma tímida. Para la hija de los Reyes Eméritos, aquel joven de familia noble era un amigo. Poco a poco, Jaime consiguió encandilarla a base de conversaciones que versaban sobre un mundo al que ella era ajena, detalles y mucho tesón. Acostumbrada a ir con un look casual, Elena de Borbón se sintió muy atraída por los consejos que Marichalar le aportó sobre cómo mejorar su imagen.

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Así fue la decisión inesperada

El duque de Lugo, cuando arreciaron ciertos rumores nada favorecedores para don Felipe, cuentan empezó con la martingala de que Froilán tenía que ser el heredero. Aquello hizo enfadar mucho a la infanta, que se plantó y le dijo que no metiera las narices donde no debía. Por otro lado, el calificativo de los duques de lujo arreciaba con fuerza sobre la cabeza del matrimonio. Un runrún muy incómodo para una mujer que siempre ha querido pasar desapercibida. No le gusta ser el centro de atención y con Jaime siempre lo conseguía.

Un día, la infanta se plantó y dijo “se acabó”. Jaime no estaba de acuerdo. Llegó entonces el cese temporal de la convivencia. La separación supuso un varapalo para doña Sofía, que siempre confió en que la pareja resolviera sus diferencias. Lejos de eso, tras decirse adiós, aumentaron. Los Marichalar estaban muy molestos con las condiciones impuestas a uno de los suyos. No consideraron justo que se le hiciera pasar por el malo de la película. Especialmente enfadada se mostraba la madre del duque, Concepción Sáez de Tejada, dolida por la ingratitud recibida por su hijo como pago a su comportamiento intachable. Entre otras cosas, se le despojó de los escoltas que hasta entonces le habían acompañado. Además, se le impuso un  régimen de visitas a sus hijos considerado como poco favorable.