Era la entrevista más esperada. El enfrentamiento de la madre de Alba Carrillo con Kiko Matamoros lleva siendo cebado por la cadena días y días. Por supuesto, cuando se contrata a personajes conflictivos y con carácter para que den show, lo hacen. Y no porque lo provoquen sino porque ellos mismos en sí son puro espectáculo que extrapolado a la televisión, funciona. Aída Nizar es Aída Nizar, Oriana Marzoli es Oriana Marzoli y a lo mejor pensaban que Alba Carrillo era, en realidad, una hermanita de la Cruz. Nada de eso. ¿Y de dónde viene Alba? de las entrañas de Lucía. Ella es el génesis.
Madre e hija se han dicho de todo ante las cámaras. Las faltas de respeto entre ellas han sido constantes -más por parte de Alba que por parte de Lucía-. Pero, ¿quiénes somos nosotros para opinar e intentar enmendar una relación entre madre e hija? Podremos juzgar su concurso, su actitud, su comportamiento, pero a la madre de Alba la llamaron ayer «pandillera», «macarra», «desquiciada», «monstruo». E incluso Jorge Javier Vázquez se permitió el lujo de comentarle que su actitud había sido analizada por un equipo de psicólogos y «no salían bien paradas». Abrumadora su pasividad, todo sea dicho. El shock y el jet lag debe de ser tremendo pero donde unos veían a una mujer destruida y «rota» como ella misma se definió, otros veían a una pasota. ¿Cuál es la verdadera Lucía Pariente?
Sea como fuere, Jorge lo tuvo difícil, es complicado formular una y otra vez las mismas preguntas con distinto lazo especialmente cuando la respuesta del de enfrente es un infinito «puede ser». Matamoros esperaba a puerta gayola la salida de un miura y se encontró con un corderito del que no tuvo más remedio que aceptar sus disculpas.
«¿Eres consciente de que la gente os está viendo como dos zumbadas? ¿Sabéis el problema que vais a tener ahora las dos? Es que os habéis quedado sin crédito. Es difícil que, después de ver el concurso que estáis haciendo, alguien os crea«, le reprochaba el presentador, que además le espetó que «Alba y tú sabéis perfectamente cómo hacer daño a la gente» y terminó su entrevista reflexionando sobre que «seguramente haya ahora mismo un tenista en este momento que esté muy feliz«. Queda comprobado que todos, en una posición privilegiada, sabemos cómo hacer daño.
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