No queda claro si tras las subastas de virginidad que tienen como protagonistas a bellas jovencitas se esconde una imperante necesidad económico, ganas locas de alcanzar la fama o bien una catapulta al mundo laboral más frívolo. Sea lo que sea, el asunto tiene más enjundia de lo que parece. Repasamos los casos más llamativos que hemos recopilado. Que cada uno saque sus propias conclusiones y se pregunte: ¿todo vale?
Se llama Alexandra, tiene 18 años y un cuerpo escultura. Para vender su virginidad, la joven utiliza los servicios de una web especialidad en scorts inocentes. Sus razones, “El dinero da muchas oportunidades. Quiero viajar por el mundo, estudiar en una buena universidad. Mis padres son pobres, quiero comprarles una casa. Deseo un futuro mejor”.
La puja por la virginidad de Ariana empieza en los 180.000 euros. ¿Sus motivos? Poder cursar sus estudios universitarios libre de preocupaciones económicas.
Florentina tiene 19 años, es de origen hispano y vive en Estados Unidos. Sin embargo, la situación política de su país no le gusta y quiere emigrar a Alemania o Gran Bretaña. El precio de salida en la puja es de 20.000 dólares.
A sus 24 primaveras, y cansada de esperar a su príncipe azul, Julia ha decidido hacer dinero con su virginidad. No acepta menos de 90.000 euros. Para los que no crean en su inocencia, la joven pone a su un certificado, extendido por un médico, con el que prueba lo que dice.
En algunos casos, las jóvenes llegan a subastar hasta dos veces su virginidad alegando que dieron marcha atrás en la primera ocasión. Es el caso de Catarina, de 21 años, que no está dispuesta a entregarse por menos de 700.000 dólares.
Natalie consiguió que la puja por su virginidad sobrepasara los tres millones de dólares. Su caso arrancó muchas críticas ya que el vehículo que eligió para promocionarlo fue el site de un conocido prostíbulo.
Quizás como manera de seguir chupando rueda mediática, Raffaella Fico, conocida en su país de origen por haber participado en algún reality, dijo que estaría dispuesta a hacer una transacción económica por su inocencia a cambio de 1.800.000 millones de dólares.
Una estudiante neozelandesa llegó a recibir más de doscientas mil ofertas de hombres interesados en dar con ella sus primeros pasos en el mundo del sexo. La puja máxima fue de 35.000 dólares.
También hay precios bajos
Lejos de las cantidades de vértigo que se manejan en algunas subastas, también hay jóvenes en internet que han decidido canjear su virginidad por cantidades muy bajas. Es el caso de la colombiana Paula que, acuciada por la miseria, está dispuesta a decir adiós a su inocencia por 1.200 euros.
Las subastas de vírgenes están a la orden del día en algunos países del sur de Asia. El problema es que estas niñas y adolescentes no tienen ningún control sobre su vida y están en manos de mafias locales que trafican con ellas.
