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domingo, 5 mayo 2024

Las condiciones impuestas por Ágatha Ruiz de la Prada para el divorcio amistoso de Pedro Jota

Ágatha Ruiz de la Prada se siente hundida, atacada y utilizada. Lo contamos en exclusiva en esta revista. Tras el anuncio sorpresa de su separación de Pedro Jota Ramirez, la diseñadora montó en cólera. Su enfado es mayúsculo. No entiende la reacción inhóspita del que ha sido su marido durante treinta largos años. Está convencida de que el periodista ha jugado sucio. Y a dos bandas. Aunque en público confirma que se enteró un día antes de que saltara la noticia, en privado explica que los cambios del director de El Español le hacían dudar sobre sus verdaderos compromisos.

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Pero no cabe duda de que lo suyo hacía tiempo que no funcionaba. Era vox populi entre sus conocidos. Y también entre los espectadores que analizaron con minuciosidad el programa donde Bertín Osborne les visitaba en casa. Revisando las declaraciones de uno y otro se evidencia que la suya era una relación tocada de muerte: «Está genial invitar a gente porque así no hay que hablar con tu pareja, ese es el secreto de las relaciones», decía una Ágatha sonriente. Pero las apariencias engañan.

Ni los colores de sus diseños ni la eterna sonrisa que dibujan sus labios esconden felicidad. Porque no es la primera vez que se enfrenta a una crisis de similares características. Lo vivió en carne propia y también fue testigo de las lágrimas que Rocío Fernández (en la foto) derramó cuando su todavía marido la dejó por ella. Es el ciclo de la vida. El lo haces y te lo hacen. El ojo por ojo.

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Tras el escándalo, Ágatha ha sabido rodearse de asesores. Lo ha hecho en tiempo récord y ya ha puesto sobre la mesa de sus abogados las condiciones para el divorcio. Según ha podido conocer Cotilleo.es, la diseñadora ha exigido la casa de Madrid, situada en el Paseo de la Castellana, una indemnización millonaria y la villa de Palma de Mallorca, algo que ha enfurecido a Pedro Jota, dispuesto a ceder. Porque el periodista tiene claro que un mal acuerdo es mejor que cualquier pleito. Y más con temas sentimentales.

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