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¿Por qué Diego Matamoros no habla de su condena por malos tratos?

Diego Matamoros dice que no puede más. Está harto, explica en sus redes sociales, de haberse convertido en el punch de boxeo en el que algunos descargan su ira. Se olvida de que se ha visto envuelto -y se ha lucrado- de situaciones muy complicadas. Se muestra sorprendentemente arrepentido de haber vendido parcelas de su vida al mejor postor.
«Tenemos la documentación oficial en la que nos consta que él mismo reconoció ante el juez que espero a su ex pareja en la puerta de su casa»
Sin embargo clama al cielo que todavía no haya pedido una disculpa pública por verse envuelto en un asunto tan complicado como los malos tratos. Parece haberse olvidado de que pesa sobre él una condena en firme por haber agredido a su ex, Tanit Grande. Porque el hijo de Kiko Matamoros nos mintió: Tenemos la documentación oficial en la que nos consta que él mismo reconoció ante el juez que esperó a su ex pareja en la puerta de su casa y al verla con otro hombre se abalanzó sobre ella pegándola en la cara y causándole lesiones. Fue un golpe intencional y nunca un accidente y fue condenado por maltrato en el ámbito familiar.

¿Por qué Diego Matamoros no habla de su condena por malos tratos?

Jugó con la paternidad

Tampoco contó la verdad respecto a la hija de su víctima, puesto que siempre ha sido la madre la única progenitora, la cual se ha encargado siempre en solitario de su manutención y crianza. Su propio padre, Kiko Matamoros, confirmó este extremo en una entrevista en Lecturas. Y más cuando Tanit, que siempre ha querido mantener su anonimato, es una reconocida psicóloga clínica dedicada tanto a la clínica como a la investigación en Estados Unidos y en España y cuya vida personal y profesional es intachable.

¿Por qué Diego Matamoros no habla de su condena por malos tratos?

Antes de abandonar la vida pública, Diego debería comparecer y dar explicaciones. Sobre todo ahora, después de que acusara a su propio padre de haberle agredido cuando su madre estaba embarazada. ¿Ha olvidado su condena?