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La cara oculta de Letizia Ortiz: reina de España y de los desplantes públicos

La reina Letizia tiene un carácter fuerte. Cuando estaba embarazada de su primera hija, la infanta Leonor, de ella se dijo: “Es el Estado y está en estado”. Por aquellos días, la entonces princesa mostraba su malestar por tener que acudir a Palma de Mallorca para disfrutar del verano y soportar que los fotógrafos quisieran inmortalizarla.

Ya en la rueda de prensa, a propósito de su compromiso como el príncipe Felipe, tuvo un detalle que no gustó nada en Zarzuela, el famoso “Déjame terminar”. Y tras esto, un suma y sigue de actuaciones que demuestran muy a las claras que la soberana pisa fuerte, dice lo que quiere y no se corta a la hora de hacer desplantes. Bienvenidos al reinado de Letizia con Z.






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Que la reina doña Letizia tiene un gran temperamento ya no es ningún secreto de Estado. Qué lejos queda de su antecesora, Isabel de Castilla I, la única reina por derecho propio, que llegó a colocarse en el brazo un cilicio, para domeñar su propia carne y mantener a raya su carácter. La consorte, sin embargo, no parece tener ningún interés en apaciguarlo, o intentar al menos comportarse públicamente y no dejar en evidencia a su marido, que dicho sea de paso es el rey. Qué lejos queda también del “ejemplo impagable de la reina Sofía”, un ejemplo que si bien le sirvió durante su época de princesa, de poco le ha servido en su nueva etapa como reina consorte.

Letizia no duda de tirar de su carácter para demostrar públicamente su enfado y si es necesario dejar en evidencia una vez tras otra a su marido. La última vez donde la Reina mostró públicamente su desacuerdo ocurrió durante la ceremonia de apertura de las Cortes Generales en la última legislatura. Allí llegó a hacerle el vacío mientras este se acercaba al corrillo montado por Letizia y sus hijas.