Quienes conocieron a Letizia Ortiz antes de matrimoniar con don Felipe no la reconocen. Y es que la periodista ha desarrollado una obsesión por estar siempre perfecta que la ha convertido en beauty victim. Lejos de mantenerse en un baremo de coquetería aceptable, la reina sobrepasa con creces lo recomendable. ¿Es su única manía? No, tiene otras. Te las desvelamos a continuación. Sigue leyendo.
Una periodista poco coqueta

La periodista Letizia Ortiz no estaba excesivamente preocupada por su imagen. Se cuidaba lo justo. No era de las que utilizaba el tiempo libre visitando a la esteticista o al peluquero. De hecho, si se observan con detenimiento las imágenes de su boda con don Felipe, puede apreciarse que el rostro de la reina estaba falto de hidratación y luminosidad. Asimismo, las arrugas de expresión eran muy visibles.
En su época de presentadora del telediario en TVE, doña Letizia optaba por un maquillaje natural que resaltaba sus ojos. En cuanto al pelo, melena suelta peinada con algo de volumen. Sin duda, un look muy favorecedor. Es una mujer muy atractiva que siempre ha triunfado entre el colectivo masculino. Ni ella misma imaginaba entonces que su nombre formaría parte de la Historia.
Cirugía plástica para empatizar

Antes de entrar a formar parte de la familia real, Letizia Ortiz no parecía tener complejos con su apéndice nasal. Entonces pronunciado y muy sobresaliente de perfil. No sería hasta después de su boda con don Felipe que el tema saldría a la palestra. Por algún motivo, doña Letizia no conseguía conectar con una parte de la sociedad, que se puso en su contra nada más anunciarse el compromiso matrimonial.
En Zarzuela creyeron que la entonces princesa resultaría más próxima si se suavizaban sus rasgos faciales. El primer cambio, una rinoplastia. Realmente, su nueva nariz le sentaba muy bien. Posteriormente, doña Letizia se sumergió a fondo en temas de belleza y cuidarse se convirtió en algo prioritario para ella.
Los cuidados de Letizia

Consciente de la importancia de la imagen, doña Letizia recibe semanalmente cuidados expertos en cabello y rostro. El resultado es una melena sedosa y con brillo. En cuanto al rostro, está en el punto exacto de hidratación gracias a mascarillas de última generación, cremas y serums.
Si hay algo a lo que se ha enganchado la reina es a la medicina estética. El cirujano plástico que la atiende aplica en su rostro cocteles vitamínicos destinados a revitalizar y dar luminosidad a la piel. Para las arrugas de expresión, botox, que también se aplica en la ceja para levantar la mirada. Los pómulos que luce también son producto de la jeringuilla. Se trata de sustancias que se eliminan pasado un tiempo.
La obsesión de la reina

Cuando doña Letizia empezó a confiar en la medicina estética, lo hizo de forma discreta. Sin embargo, poco a poco, le ha cogido el gusto a verse perfecta y no le importa ser captada con la cara hinchada tras los tratamientos. Cada vez estas instantáneas son más habituales. Lo que significa que su ritmo de visitas al cirujano plástico ha ido en aumento.
Quienes conocen a la reina señalan que está muy pendiente de su aspecto. Al punto que no puede resistirse a pasar delante de un espejo y no mirarse. Se observa con detenimiento, y si algún componente de su look no queda como a ella le gustaría, no vuelve a ponérselo. Esto se hace extensible también al peinado y al maquillaje. En cuestión de belleza también su nivel de exigencia es altísimo.
Guerra al azúcar

Doña Letizia siempre ha sido de constitución delgada. Puede permitirse el lujo de comer lo que quiera porque no engorda. Sin embargo, desde hace unos años, practica deporte para tonificar y moldear algunas partes de su cuerpo. Últimamente ha trabajado mucho los brazos y lucen estupendos. Tras esto hay muchas horas de entrenamiento dirigido por un preparador físico que ha logrado resultados asombrosos en el cuerpo de la reina.
Antes de ser madre, doña Letizia era más flexible en cuanto a la alimentación. Es cierto que en su casa siempre han tenido mucha tirada a la comida sana, verdura y carne o pescado a la plancha, pero también se permitía sus caprichos. De cuando en cuando, algún postre dulce o una pizza, por poner un par de ejemplos.
El cambio de Letizia tras ser madre

El nacimiento de Leonor cambió la visión de doña Letizia en cuanto a la forma de comer. A partir de ese momento del menú familiar se desterró todo lo que no formara parte de lo considerado como alimentos sanos y equilibrados. Los fritos o el azúcar están prohibidos. Y no contenta con esto, la soberana ha conseguido que en el colegio donde estudian Leonor y Sofía los menús hayan cambiado radicalmente.
Este asunto de la alimentación en Santa María de los Rosales ha hecho que algunos padres se quejen. Está bien comer sano pero sin obsesionarse. Tampoco hay nada malo porque los niños y niñas coman un San Jacobo a la semana. Sin embargo, todas las peticiones que se han hecho llegar en este sentido han caído en saco roto.
Leonor y Sofía, la mejor obra de Letizia

Quizás sea el hecho de haber recibido tantas críticas lo que ha llevado a doña Letizia a querer que sus hijas no sufran ni una. De ahí que esté tan encima de ellas y controle todo lo relativo a su vida. Realmente, es una excelente madre. El único pero, que debería dar más espacio a las niñas. Tanto control no es bueno. Leonor y Sofía deben empezar a elegir.
Uno de los días más felices de la reina fue cuando la princesa Leonor recibió el Toisón de Oro. La pequeña no cometió ni una sola equivocación, ni tan solo se olvidó de hacer la reverencia a sus padres. Fue en ese instante cuando las lágrimas asomaron a los ojos de doña Letizia, cuando vio a la princesa acercarse a ella y hacer la genuflexión.
La reina impaciente

Si hay algo de lo que carece doña Letizia es de paciencia. Todo lo quiere al momento y no le gusta esperar. Es esta característica la que más le ha hecho sufrir en su trabajo como miembro de la familia real. Le gustaría que todo fuera más rápido y funcionara con la precisión de un reloj suizo. Pero ya lo dice el refrán, las cosas de palacio van despacio.
No podría decirse que la reina tenga un carácter dulce pero tampoco es la persona antipática que algunos han pintado. Lo que le ocurre a doña Letizia es que sus primeros años en Zarzuela han sido muy duros y no ha contado con el apoyo necesario para desarrollarse en su nueva vida. En parte, la culpa también es suya por creerse suficientemente preparada para algo que cuesta mucho sobrellevar si no lo aprendes en la infancia.
Siempre Sofía

Que doña Sofía y doña Letizia no son modelo de excelente relación es algo que ha quedado demostrado y que no va a cambiar por más visitas a la pescadería que realicen al alimón. Desde que se casó, la periodista tenía una cosa muy clara. Si algún día llegaba a ser reina consorte, se produciría de forma totalmente opuesta a la de su suegra.
Poco a poco, doña Letizia es la reina que quería ser. Está involucrada en aquellas causas que cuadran con ella. Innegable que se ha entregado al cien por cien a esta profesión que el destino le tenía reservada. Sin embargo, por mejor que lo haga, siempre aparecen las comparaciones con doña Sofía, y suspende. Es algo que no soporta, que la confronten con la reina emérita y el resultado sea, Sofía, ganadora; Letizia, perdedora. Es como si la sombra de su suegra la persiguiera hasta atraparla.
De la familia irreal a la real

Si algo tiene doña Letizia es que va de frente. Desde el principio tuvo claro que su familia sería de verdad. Nada que ver con el paripé que los reyes eméritos han mantenido durante años, jugando a ser la familia feliz en los veranos de Palma de Mallorca. En este sentido, doña Letizia ha querido separar la faceta institucional de la personal. De ahí que se mantenga firme en cuanto al uso y disfrute de los días de vacaciones.
La reina cree que su familia tiene derecho a disfrutar de unos días al año libres del ojo público. De ahí las escapadas que realizan cada verano y de las que no se informa desde Casa Real por considerarse una actividad que forma parte del ámbito privado de los reyes.
Golpes bajos para Letizia

Si algo ha aprendido doña Letizia es que los reyes no pueden tener amigos. En este sentido, tanto ella como el rey han tenido algún chasco. En sus inicios junto a don Felipe, la reina no tuvo reparos en formar parte de la pandilla de los primos Gómez-Acebo, a quienes su marido siempre ha estado muy unido. Sin embargo, ella optó por desligarse cuando tuvo constancia de que algunos integrantes del clan, como Laura Ponte, hablaban de ella ante la prensa.
En relación a los amigos de don Felipe, la reina ha tenido un fuerte desengaño. Y es que le hacían buena cara cuando estaba delante y le dedicaban palabras despectivas cuando se daba la vuelta. La mayoría eran en relación a su origen social. Esto hizo que la pareja optara por distanciarse. Lógicamente, el rey apoyó a su mujer en esta cuestión. Faltaría más.