Desde que ganara el juicio a Toño Sanchís, Belén Esteban se las presumía muy felices. Pensaba que comenzaba una etapa libre de problemas para ella. Sin embargo, en estas semanas cruciales antes de pasar por la vicaría, la princesa del pueblo observa atónita cómo todo está cambiado a su alrededor. Una situación de nervios en la que ha sido capaz de fallar a su propia hija.
La otra protagonista de la fama de Belen Esteban
> Su relación con Jesulín de Ubrique ha sido la más rentable de todos los tiempos. El romance de Belén Esteban fue breve, pero ha generado noticias durante más de veinte años. Tras la inesperada ruptura, la de San Blas empezó a sentarse en los platós de televisión para sacar a la luz los entresijos de Ambiciones. Y aunque al principio parecía guardar cariño al diestro y a los suyos, el tiempo empeoró las cosas. Especialmente la entrada en escena de María José Campanario. Aquello sentó como un jarro de agua fría a Belén. Porque aunque se le llenaba la boca de decir que Jesús formaba parte de su pasado, son muchas las personas que creen que sus sentimientos hacía él seguían latentes. Muy latentes.
Belén comenzó un cruzada pública contra el que fue su gran amor, al que acusaba de no hacerse cargo de su niña. La princesa del pueblo se erigió como una especie de madre coraje. De hecho, a los anales de la historia han pasado frases suyas tan míticas como «Andreíta, cómete el pollo» o «Yo por mi hija ma-to». Este rol le ha servido para ganar mucho dinero a lo largo de todos estos años. Sin embargo, hace casi dos años todo eso se volvía en su contra. Descubre cómo están ahora las cosas con su niña.
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