Miguel se ha cansado. Está harto. El gallego, protagonista de la mayoría de broncas y disputas de la decimoséptima edición de Gran Hermano, ha pedido esta tarde al Súper abandonar la casa de manera definitiva. Su amor confeso por Pol y su profunda enemistad con Adara le han hecho vivir situaciones límite que parecía haber superado. Pero no.
«Tiro la toalla, estoy hasta los c… Yo entré aquí como un huevo y gracias a que me dejasteis entrar en una jaula, ese huevo se fue haciendo, salió el pollito y las alas. ¿Esto qué es? ¿Un circo? ¿Un espectáculo? ¿Un show?», ha preguntado de forma retórica en el confesionario entre sollozos.
La verdad es que tenemos respuesta para todo menos para la metáfora del pollito, ante la que hemos tenido que pararnos a leer dos veces para pensar realmente a qué se refería. Efectivamente, Miguel, Gran Hermano es un show, un reality televisivo donde la gente entra y aprende a convivir con otra gente absolutamente desconocida. Lástima que no pueda leernos. Todavía.
¿Será real la marcha de Miguel y decidirá abandonar el programa en la recta final del concurso que era el sueño de su vida?