
Kiko Rivera da la sorpresa de final de año al protagonizar un emotivo abrazo con Guillermo, el nuevo novio de su exmujer Irene Rosales. Ocurrió durante la celebración del décimo cumpleaños de su hija Ana, donde ocurrió un gesto precioso que demuestra madurez y cordialidad tras una ruptura muy mediática que ocupó muchísimos titulares hace apenas unos meses.
Este encuentro familiar, captado en exclusiva por la revista Diez Minutos, pone el foco en un Kiko renovado que prioriza el bienestar de sus hijas por encima de rencores pasados, marcando un giro de 180 grados en su relación con el entorno de Irene.
El abrazo que lo cambia todo
El momento clave tuvo lugar hace apenas unos días, en un parque de bolas en Sevilla, donde la familia al completo se reunió para festejar el cumpleaños de su hija pequeña Ana, que fue aplazado previamente debido al calendario escolar. Kiko y Guillermo, empresario sevillano que conoció a Irene hace seis años, compartieron una charla a solas antes de sellar el reencuentro con un abrazo sincero al salir del recinto, bajo la atenta mirada de todos. Fuentes del entorno destacan que hay «mucha cordialidad entre ellos», interpretándolo como prueba de que Kiko es una persona nueva.
Este no es un gesto aislado, ya que meses atrás, Kiko e Irene coincidieron en un acto escolar de sus hijas, manteniendo distancia, pero siempre con respeto mutuo, lo que fue un primer paso hacia la normalidad después de la ruptura. Ahora, con Guillermo integrado en eventos familiares, el DJ envía un mensaje claro, las niñas son lo primero, y el pasado queda atrás para construir un futuro que sea el mejor para todos.
Su ruptura con Irene
Kiko Rivera e Irene Rosales iniciaron su romance en 2014, en un momento de caos para el DJ. Era preso de sus adicciones, una evidente inestabilidad emocional y el momento más duro de su trayectoria, el ingreso en prisión de su madre Isabel Pantoja por blanqueo de capitales. Irene se convirtió, sin duda alguna, en su salvavidas, y por eso estuvo apoyándolo durante dos años de noviazgo antes de casarse el 7 de octubre de 2016. Además de la boda, trajeron al mundo tres retoños, Francisco, Ana y Carlota consolidando así una familia que parecía inquebrantable pese a las tormentas mediáticas.

Sin embargo, la relación se resquebrajó con el tiempo. Kiko confesó en entrevistas que llevaban seis meses sin intimidad, durmiendo en habitaciones separadas y viéndose más como compañeros de piso que como pareja, un desgaste acumulado por años de problemas. Entre estos, destacan multitud de infidelidades, las adicciones del DJ y la guerra familiar con el clan Pantoja que nunca ha ayudado. La gota que colmó el vaso llegó en verano de 2025, con unas vacaciones familiares de por medio que fueron las últimas juntos. El 27 de agosto, Kiko anunció la separación en redes sociales, hablando desde el respeto, porque lo más importante era priorizar a las niñas.
Guillermo, el nuevo pilar de Irene

Guillermo, un sevillano discreto que es empresario, entró en escena hace seis años cuando trabajaba como empleado de la pareja, pero su relación con Irene cobró fuerza tras la separación, confirmada hace ya tiempo, debido a unas fotos y mensajes públicos que salieron a la luz. Irene presume de él en Instagram donde se les ve haciendo viajes llenos de amor, celebrando su cumpleaños juntos, o en cumpleaños familiares, lo que valida esta nueva etapa de pareja consolidada.
El gesto del abrazo y la buena relación con la actual pareja de su ex, llega en un año de transformación para Kiko Rivera. Este año ha experimentado menos polémicas y ha puesto el foco en la paternidad, dejando atrás la etiqueta de hijo rebelde de Isabel Pantoja, que le perseguía desde hace unos años. Ahora se le ve más feliz y centrado, por lo que parece que la separación no le ha sentado mal del todo y le ha dado la oportunidad de empezar de nuevo como persona, para conocerse mejor.

