Fue el pasado 8 de marzo cuando la periodista Sara Carbonero tenĆa previsto cumplir con sus funciones de embajadora de unos productos de protecciĆ³n solar en un evento en Madrid. Finalmente, Sara se vio obligada a posponer su presencia en el mencionado evento por el fallecimiento del abuelo de su marido, Ćker Casillas, quien perecĆa a los 95 aƱos de edad en Ćvila.
Muchos se preguntan si lo de vivir en Oporto es real o es mito, pues lo cierto es que la Carbonero desarrollaĀ la mayor parte de su vida profesional -y personal- en la capital de EspaƱa. En vĆsperas del acontecimiento, pospuesto al pasado jueves 31 de marzo, los compaƱeros de prensa se ven sorprendidos cuando el equipo de representaciĆ³n de Sara solicitĆ³ que las preguntas se pasasen previamente por escrito para que ninguna Ā«le pillaseĀ» de sorpresa.
Insisten en que no se veta ninguna pregunta -faltarĆa mĆ”s tratĆ”ndose de una periodista que se supone debe abogar por la libertad de informaciĆ³n- pero se solicita que antes sea enviada para asĆ conocer quĆ© se va a preguntar y evitar imprevistos. ĀæLlega el excesivo control de Sara Carbonero al punto de estudiarse sus propias respuestas?