El legendario torero Manuel Benítez, conocido popularmente como «El Cordobés», celebró su octogésimo octavo cumpleaños el pasado 4 de mayo rodeado de su familia y su compañera de vida, María de los Ángeles Quesada Sánchez. En un ambiente íntimo y emotivo, Benítez conmemoró no solo su longevidad, sino también una vida llena de éxitos, controversias y sorprendentes giros del destino.
El romance entre El Cordobés y María de los Ángeles ha sido, sin duda, uno de los capítulos más sorprendentes en la vida del torero. Con una diferencia de edad de veinticinco años, su historia conjunta ha captado la atención tanto por su peculiar origen como por la fortaleza de su vínculo actual. La pareja se conocía desde que María de los Ángeles era niña, siendo ella hija de un picador que trabajaba para Benítez. Con el tiempo, María de los Ángeles también se casó con un picador de la cuadrilla de Benítez, de quien enviudó sin tener hijos.
Uno de los episodios más oscuros en la biografía de María de los Ángeles data del año 1982. En un suceso digno de un guion de cine, María de los Ángeles, junto con un cómplice, robó en la finca de Benítez, «La Mata». La joven y su compañero se llevaron joyas y cien mil pesetas en efectivo. No pasó mucho tiempo antes de que la Guardia Civil los capturara, resultando ambos encarcelados en Lora del Río. Los detalles sobre el tiempo que pasaron en prisión o si devolvieron el botín son desconocidos, pero el episodio dejó una marca indeleble en la historia de ambos.
Décadas más tarde, en un giro del destino que nadie podría haber predicho, Benítez se enamoró de María de los Ángeles. En 2016, tras separarse de su esposa Martina Fraysse, con quien compartió medio siglo de matrimonio y tuvo cinco hijos, Benítez comenzó una nueva vida al lado de quien una vez le robó. Al preguntarle por qué había decidido estar con María de los Ángeles, Benítez respondió con una sabiduría que solo los años pueden conferir: «Todo el mundo merece tener una segunda oportunidad».
Desde entonces, la vida del torero y su compañera ha sido de discreta felicidad. Residen en «Villalobillos», la extensa finca de El Cordobés, donde ambos disfrutan de la tranquilidad del campo. María de los Ángeles, quien trabajaba como jardinera, ha encontrado en esta nueva etapa un estilo de vida más acomodado, aunque ninguno de los dos presume de su situación económica. La pareja lleva una vida retirada, rara vez vista en Córdoba, salvo en ocasiones especiales como el reciente cumpleaños de Benítez, donde la familia se reúne para celebrar.
Uno de los momentos más significativos en la relación de Benítez y María de los Ángeles fue cuando ella convenció al torero para que reconociera públicamente a Manuel Díaz como su hijo. Aunque las pruebas de ADN ya habían confirmado la paternidad, fue la persistencia y el amor de María de los Ángeles lo que llevó a Benítez a dar el paso definitivo. Manuel Díaz El Cordobés ha expresado su gratitud, llamando a María de los Ángeles «un ángel», destacando su rol fundamental en esta reconciliación familiar.
El Cordobés y sus hijos
En recientes eventos públicos, El Cordobés ha demostrado que su pasión por el toreo sigue viva. En un acto celebrado en Córdoba, en compañía de Manuel Díaz, Benítez anunció su intención de organizar un festival taurino en «Los Califas«, la plaza de toros de Córdoba. Lo sorprendente es que a sus 88 años, Benítez planea hacer el paseíllo junto a sus dos hijos matadores, Julio Benítez y Manuel Díaz, en un evento benéfico cuya recaudación se destinará a jóvenes aspirantes a toreros.
La propuesta que ha hecho El Cordobés de torear a su avanzada edad ha generado tanto admiración como preocupación. Aunque es improbable que se enfrente a un toro de gran tamaño, el solo hecho de hacer el paseíllo y posiblemente dar algunos capotazos a un becerro sería histórico. Ningún matador de su edad ha intentado algo similar, lo que subraya una vez más el carácter indomable de este ícono del toreo.
Manuel Benítez «El Cordobés» no solo celebra un cumpleaños más, sino también una vida de segundas oportunidades y de desafíos afrontados con valentía. Su historia con María de los Ángeles Quesada Sánchez es un testimonio de cómo el amor y la redención pueden surgir de las circunstancias más inesperadas, enriqueciendo aún más la ya legendaria biografía de uno de los grandes del toreo.
