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La piel sufre y lo sabes

La piel, el órgano más extendido en el cuerpo humano, sufre por todo. Después de que el pasado verano se viera sometida a unas temperaturas de escándalo debido a la ola de calor, ahora se prepara para las agresiones medioambientales que estén por llegar. Altas temperaturas primero, exposición prolongada al sol después…

Ojos, manos, cara y brazos son las partes más expuestas y las que tienen más riesgo de lesiones, así que una buena hidratación es el punto de partida. A partir de ahí, el riesgo de que se deteriore es una realidad y los hay que hasta recurren a préstamos de Avinto para plantearse soluciones de medicina estética que no todos pueden pagar.

Eternamente joven

La pandemia también ha sido responsable, según apuntan desde la Fundación Piel Sana, de un montón de efectos secundarios en la piel, desde erupciones, rosáceas, urticarias y caída de cabello (afección dermatológica al igual que la piel). El covid y las mascarillas pasaron factura a las pieles de más de uno.

Todo este impacto sobre la piel obliga a cuidarla y a recurrir a dermatólogos o especialistas en medicina estética si es necesario. Las soluciones que arrasan en estos momentos sin tener que pasar por el quirófano son dos: oxigenoterapia y radiofrecuencia.

Radiofrecuencia, un pacto con el diablo

La radiofrecuencia es el tratamiento de la eterna juventud. Gracias a unas ondas electromagnéticas aplicadas en el rostro con un calentamiento controlado que varía según la intensidad aplicada, la piel luce con un aspecto radiante desde la primera sesión.

La piel sufre y lo sabes
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Como actúa desde distintas capas de la dermis, se consigue un efecto drenaje linfático que deja la piel tersa. Además, ayuda a generar colágeno, a que se produzca un desplazamiento de fibroblastos y a que el tejido subcutáneo tenga un aspecto mucho más joven.

La frecuencia de la máquina puede modularse y en función de eso se llega a calentar distintas capas de la dermis. Una sesión puede durar 40 minutos aproximadamente, no duele y, además, puede usarse para tratar la flacidez de cualquier parte del cuerpo y la celulitis.

Tras varias sesiones, el efecto se nota y parecerá que por ti no pasa el tiempo. Poco a poco se consigue reestructurar el colágeno y sustituir las fibras por las que ya estaban envejecidas. El resultado: parecerás unos cuantos años más joven al tener una piel con más elasticidad y tersura que se convertirá en el adiós definitivo para las arrugas.

Aunque cada persona es un mundo en cuanto a la producción de colágeno se refiere, lo normal es que se note el efecto al mes de tratamiento. Si puedes permitírtelo (el precio ronda los 65 euros), una sesión al mes es suficiente para revitalizar la piel por dentro y parecer que por ti no pasan los años.

Oxigenoterapia, la solución a la piel apagada

¿Un extra de hidratación? Sí gracias. La oxigenoterapia es la solución para las pieles apagadas. Además de dar luz y vitalidad a la cara, se ha comprobado que resuelve problemillas estéticos como el acné, las rojeces y hasta los eccemas. Su precio por sesión ronda los 70 euros, aunque depende del centro donde te la hagas.

Este tratamiento tampoco duele y consiste en aplicar oxígeno frío y puro por la piel (no te asustes que es más sencillo de lo que parece). Con un aparato te van echando gas a presión mediante unos inyectores. Esto hace que el oxígeno penetre bien en la piel y empiece su magia.

Como estimula la circulación, la piel se ve lisa, suave y luminosa desde que se termina la primera sesión. En tres, aproximadamente, ya se consigue que desaparezcan los odiados granitos y se disimulen las marcas. Además, las arrugas se atenúan y las ojeras ¡desaparecen! Merece la pena.

Si tus rutinas de belleza se te están quedando un poco cortas, lo mismo necesitas una ayudita extra como esta, aunque seguro que tienes muchas más donde elegir que se adapten a ti. Como decía Coco Chanel: “La naturaleza te da la cara que tienes a los veinte; depende de ti merecer el rostro que tienes a los cincuenta”.