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Estos son los tatuajes más horribles e imborrables de nuestros famosos

Belén Esteban, donde muchos ven a una mujer moderna, actual y puesta al día porque de vez en cuando le guste echarse un baile con las amigas y fuera en su día la reina de las tarimas en Ibiza junto a Dani DJ, en realidad es una mujer clásica, religiosa, conservadora y como tal, ama la que para muchos es la fiesta nacional: los toros. Ella conoció a Jesulín cuando el de Ubrique fue a torear a la plaza de toros de Benidorm. Su amor por el torero fue tan fuerte e importante en su vida que se tatuó un toro en la toda la nalga. ¿Se habrá arrepentido la Esteban de llevar un toro para siempre tatuado en su piel en honor a Jesulín de Ubrique? ¿Hará lo mismo con todos los hombres que pasen por su vida? Por esa regla de tres, cuando menos lo esperemos, la veremos con una ambulancia tatuada. Quién sabe. ¡Ay, Belén!

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Coto Matamoros era el hermano famoso de los dos gemelos. Polémico, con una lengua afilada como la de ningún otro colaborador, era el tertuliano más cotizado y mejor pagado del país. No se casaba con nadie y en los platós de televisión devoraba a quien tuviese delante. Kiko siempre se mantuvo en la retaguardia, en un papel más centrado en la representación de artistas, los hermanos gemelos eran confundidos no solo por el parecido físico sino por la voz, la actitud y el nombre: Kiko-Coto, palabras llanas de dos sílabas y con sonidos guturales. En la cruenta guerra pública y televisiva que mantuvieron los hermanos, Coto decidió desligarse absolutamente de cualquier parecido que pudiera confundirlo con su hermano. Fue entonces cuando decidió tatuarse la zona más visual y común que mantenía con su hermano Kiko: la cabeza, que decoró con tinta mediante un dibujo tribal.