Paz Padilla busca respuestas. En plena promoción de su nuevo libro El humor de mi vida, homenaje a la memoria de su marido recientemente fallecido y cómo logró enfrentarse a ese duelo que a veces nos pone la vida, llamado muerte, quiere reconciliarse con la enfermedad que atravesó su marido conociendo la raíz o el origen del problema, y poniéndole nombre. Un hecho que ha sido muy criticado por diversos médicos y a su vez abalado por otros estudiosos.
«Tuve que quemarla cuando Antonio enfermó»
> En su viaje a Benín con Jesús Calleja se trajo como recuerdo una muñeca de budú de la que se deshizo nada más enfermar Antonio. «A Jesús Calleja no le gustó que el cámara y yo quisiéramos traernos una muñeca de vudú, no quería que jugásemos con esas cosas, pero yo sólo lo veía como un trozo de trapo. Cuando a Antonio le llegó la enfermedad una amiga mía le echó las cartas y me dijo que lo que le pasaba venía de África, que si no tendría yo en mi casa algo de África… quemé a la muñeca y vino un tornado de viento que hicieron que las cenizas de la muñeca empezaran a girar y salieron volando».
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