Atravesando uno de los momentos más complicados de su vida y convertida en una de las señaladas en la serie documental de Rocío Carrasco – que ha hablado por primera vez de la nula relación que mantiene con su hija después de 9 años sin verse y de quien confiesa que cree que la odia – Rocío Flores intenta continuar con su día a día y mantenerse al margen de esta pesadilla que nunca pensó que se pudiese convertir en realidad.
Así, a pesar de que numerosos medios de comunicación están apostados a las puertas de su casa para obtener sus primeras palabras tras las demoledoras confesiones de su madre, Rocío Flores no está dispuesta a esconderse y continúa con su rutina diaria intentando poner al mal tiempo buena cara.
Aparentemente tranquila e intentando sonreír y bromear con los reporteros asegurando que «no me voy a esconder, tranquilos», Rocío ha visitado esta mañana un centro de estética antes de desayunar en una cafetería malagueña. Apoyada en sus mejores amigos en estos complicados momentos y confesando una vez más que «no tengo nada que decir» – frase que ha repetido en varias ocasiones – la joven prefiere no pronunciarse sobre las confesiones de su madre.
Sin embargo, a pesar de que quiere reflejar normalidad y soporta la presión mediática con una entereza admirable, los ojos de Rocío reflejan una tristeza imposible de disimular que evidencia que la reaparición mediática de su madre y el despido fulminante de su padre han hecho mella en ella.