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La mala elección de la reina Sofía que la ha condenado a una vida sin amor

Doña Sofía sonríe por fuera y llora por dentro. Su vida sentimental ha sido un desastre. Se casó enamorada de don Juan Carlos pero las cosas no salieron como esperaba. Para el rey emérito, la boda no fue más que otra prueba para contentar a Franco y así poder llegar a ceñirse la corona. Nada de eso sabía la princesa griega, que entonces soñaba con un matrimonio lleno de amor como el que tuvieron sus padres. Pudo haber sido feliz con otro hombre que apareció en su camino, pero…

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Sofía, nacida para reinar

Para Franco, la vida licenciosa que llevaba don Juan Carlos era asunto de Estado. Estaba ocupado y preocupado por solucionar el problema. Creía que el joven príncipe domaría sus arrebatos pasionales dentro del matrimonio. De ahí que presionara para que abandonara la soltería. De todas las candidatas, la que mejor le pareció al hijo de don Juan de Borbón fue Sofía de Grecia. Era la candidata ideal porque no tenía pasado, tal y como quería su suegro, para él, una máxima.

Doña Sofía tenía otras virtudes, era guapa, alegre y conocía las servidumbres de la monarquía. Nada había que enseñarle porque nació hija de reyes y pronto aprendió que ser princesa era un trabajo al servicio de los demás y a tiempo completo. Su madre, la reina Federica, se la llevaba durante sus visitas por Grecia. Muchos ciudadanos se les acercaban para explicarles sus problemas. Quizás ahí nació la vocación de la princesa por ayudar a los demás.