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La imagen de Letizia Ortiz que desautoriza al Rey como padre y que deja clara cuál es la rutina familiar

Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Es, precisamente esa foto de la Reina Letizia, con su familia al completo, la que describe a la perfección cómo es y cómo funciona la dinámica familiar cuando nadie parece observarles. La instantánea fue tomada en un día tan importante como la apertura de las Cortes Generales durante la XII Legislatura. La Familia Real al completo, con la salvedad de la cara de pocos amigos que la Reina mantuvo durante todo el acto fue la protagonista de la jornada.

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La escena transcurre justo en el instante en el que termina el besamanos. En el salón de los pasos perdidos. La Reina Letizia se gira hacia sus hijas y les pasa el brazo por la espalda mientras les va hablando. Pretende crear un hueco de intimidad entre ellas. Al que nadie puede tener acceso, ni siquiera el padre de las niñas, al que en ningún momento es invitado a esa pequeña reunión de confidencias que se ha creado entre madres e hijas. Hasta tal punto que Felipe VI, al ver que su familia le está haciendo un evidente vacío, opta por alejarse, poco a poco, de manera disimulada, caminando sobre sus pasos para recalar en una conversación entre Ana Pastor y Mariano Rajoy.

¿Qué es lo que quiere decir Doña Letizia con su comunicación no verbal?

Intentemos por un instante olvidar que estamos hablando de la familia real. Pensemos que hablamos de una familia normal y corriente. Sorprende que la madre es la que marca la autoridad, la rutina y los roles familiares. Todos los miembros del clan giran en torno a ella. Las niñas, que conocen bien cual es la rutina, en ningún momento se atreven a deshacer ese grupo sin autorización materna. Ni siquiera aunque se acerque su padre.

Reina de su casa

Por otro lado, vemos a Letizia en su papel de madre. Se vislumbra que es una madre acaparadora y sobre-proteccionista. En un ambiente lleno de extraños y personas ajenas al núcleo familiar, rápidamente bordea y protege las espaldas de sus hijas. Las atrae hacia ella, en un gesto inconscientemente para protegerlas de cualquier peligro exterior. Además, se trata de una situación en la que ella es la única autoridad reconocida. Es donde tiene el mando absoluto, donde nadie se atreve a opinar ni a intervenir. Es el pequeño reducto de poder y de reinado donde doña Letizia es, verdaderamente, la reina de su casa.